En Cine&Tele comenzamos una serie de reportajes dedicados a este cuarto de siglo recogiendo las impresiones de varios de los pioneros de esta iniciativas, que han contribuido a hacer una realidad la televisión por cable en España.
Finalizando 1972 el entonces director general de Radio y Televisión, Adolfo Suárez, y el presidente de Telefónica de la época, Antonio Barrera de Irimo, firmaron un acuerdo para implantar el primer servicio de televisión por cable en España, en el que estaba previsto comenzar a emitir en pruebas un año más tarde, en un área limitada de Madrid para, posteriormente, extender los servicios a otras ciudades como Barcelona, Valencia o Bilbao.
Pero los primeros miles de metros de cable que Telefónica, entonces 100 por cien propiedad del Estado, tendió en Madrid (en la zona situada en los alrededores de la calle Orense) fueron poco después abandonados hasta su ruina total. La inversión que Telefónica debía afrontar era inmensa y el país se enfrentaba a otros desafíos más importantes, como el final del régimen franquista y la ya inminente transición hacia la democracia.
Diez años después, un puñado de pequeños empresarios locales del Centro, Sur y Levante español aprovecharon los primeros avances tecnológicos en materia de reproducción de contenidos audiovisuales que llegaron a nuestro país a principios de los 80. Los reproductores de video doméstico, conectados a la antena colectiva de cualquier bloque de viviendas, daba origen al nacimiento de unos sistemas rudimentarios de televisión por cable que ahora, 33 años después, se han convertido (sin perder su condición de empresas familiares) en Operadores Locales de Telecomunicaciones capaces de ofrecer servicios de triple y cuádruple play en condiciones de calidad y precios muy favorables para sus abonados.
Los primeros siete años (1983 – 1989), pueden considerarse como erráticos para este sector que, sin embargo, crecía como la espuma en otros países tan diversos como Estados Unidos o Argentina. Así que podríamos considerar a 1990 como el primer año de la televisión por cable local ya en su formato estable.
Los primeros siete años (1983 – 1989), pueden considerarse como erráticos para este sector que, sin embargo, crecía como la espuma en otros países tan diversos como Estados Unidos o Argentina. Así que podríamos considerar a 1990 como el primer año de la televisión por cable local ya en su formato estable.
La principal causa de estos siete años perdidos en España hay que buscarla en una voluntad política totalmente opuesta a la liberalización de los medios de comunicación (y eso que ya vivíamos en democracia). Las tres legislaturas del PSOE fueron letales para el desarrollo de este nuevo tipo de negocio, especialmente por el miedo que entonces producía a los gobernantes la posibilidad de que cada una de estas pequeñas redes de cable fuesen capaces de producir más de 300 telediarios independientes, totalmente fuera del control estatal.
Así, dio comienzo una guerra sórdida entre las empresas y el Estado: las unas tendían cables durante la noche, el otro los cortaba al día siguiente. Desde el Gobierno se anunciaba que estaba en estudio una ley reguladora de esta nueva actividad, pero la ley no llegaba nunca.
Como aquellas iniciativas locales iban tomando fuerza y abriendo un mercado más que apetecible, el 22 de diciembre de 1995 el Gobierno de Felipe González promulgaba la Ley 42/1995 de las Telecomunicaciones por Cable, una ley que estaba redactada para entregar a las grandes empresas eléctricas el monopolio de la televisión por cable en España. Debido a los grandes avales y compromisos de inversión que exigía esta Ley, los empresarios locales quedaban automáticamente excluidos.
Así comienzan a surgir Menta en Cataluña, Madritel en Madrid, Supercable en Andalucía, Able en Aragón, Canarias Telecom en las Islas, Telecable en Asturias, Euskaltel en el País Vaso o la gallega R, plataformas generalmente formadas con capital de las eléctricas y financiadas por las Cajas de Ahorros regionales. Muchas han desaparecido y otras, las menos, han conseguido sobrevivir pero controladas generalmente por grupos extranjeros de capital de riesgo.
En 2001 el Gobierno creó la figura de “Licencias C1” gracias a las cuales los operadores locales que habían logrado sobrevivir hasta entonces vieron asegurado su futuro. Finalmente en 2003 se liberalizó oficialmente el sector, tal y como se había hecho muchos años antes en la mayoría de los países desarrollados.
La realidad nos demuestra que, a pesar de los 20 años de persecución que han debido sufrir, las operadoras de cable locales a base de esfuerzo, trabajo diario y años de dedicación, han alcanzado parámetros que para sí los quisieran las grandes. De no haber sido por estas dos décadas perdidas, el cable local estaría extendido hoy por toda España y, probablemente, las cifras de penetración en los hogares de nuestro país serían casi el doble de las actuales. Los operadores locales, con su proximidad al cliente final, lo habrían hecho posible …
Hoy los Operadores Locales de Telecomunicaciones ofrecen servicios de Telefonía fija y móvil + TV + Internet, algo que las empresas de telecomunicaciones tipo Movistar, Orange o Vodafone, empezaron a poner de moda hace relativamente poco y que, realmente, los operadores locales de televisión por cable proporcionan desde hace más de 12 años. No, no han sido esas grandes telecos las artífices del descubrimiento de la famosa fusión, ni del tan cacareado triple o cuádruple play como se verá en los siguientes reportajes que Cine&Tele Online irá publicando.
Todos ellos forman parte de la edición casi monográfica dedicada a este hecho, por la revista Teleinforme, en su edición enero-febrero 2014-
Desde aquí queremos felicitar a la Televisión Local por Cable por su 25 aniversario. Pero sobre todo, queremos felicitar a las personas que lo han hecho posible. Y que cumpláis muchos más …
