Con motivo de las bodas de plata de de la televisión por cable en nuestro país, el pasado 26 de febrero publicábamos el primero de una serie de reportajes dedicados a este hecho. Apuntábamos que iríamos ofreciendo las impresiones de varios de los pioneros de estas iniciativas, que han contribuido a hacer una realidad la televisión por cable en España.
Hace ahora 25 años, Felipe Palacios llevaba 17 años prestando sus servicios en la primera estación de satélites para uso civil que existía en España y junto a su socio Amador Roldan dirigían la empresa Satcom Ingenieros. Su dilatada experiencia técnica, hicieron que Televisa le encargase en 1989 dirigir un proyecto para cuantificar la audiencia, y consolidar el canal Galavisión en nuestro país. Y Felipe llenó España de antenas parabólicas (además gratuitas) en una operación pionera que aún muchos recordamos con incredulidad.
Aquella operación supuso un hito en la historia del cable local español, por lo demás el único que existía entonces, cuando Telefónica (operador único en monopolio) no pensaba en una implantación de la TV por cable a nivel nacional ni por lo más remoto. Pero hagamos un poco de historia.
Sólo un año antes de poner Felipe esta operación en marcha, más de 400 vídeos comuni tarios (como entonces se denominaba a las redes de cable local), habían decidido abandonar la ilegalidad y se habían unido en una sociedad cooperativa llamada BTV Europa SA que se ocupaba de negociar los correspondientes contratos de compra de derechos para la emisión de películas poniendo así fin en 1988 a una etapa que había durado cinco años, desde que a un taxista sevillano se le ocurriese en 1983 la idea de conectar por cable coaxial su reproductor de vídeo con la antena colectiva de televisión del bloque de viviendas donde residía.
La nueva Ley de Propiedad Intelectual, aprobada por el Gobierno en 1988, hizo replantearse la situación a estas pequeñas empresas, todas ellas familiares, a la vista de las importantes sanciones con las que estaba penada la apropiación de contenidos audiovisuales sin permiso de sus derechohabientes. Así, el objetivo prioritario entonces era encontrar empresas que ofreciesen contenidos legales. BTV Europa SA había llegado a pactos puntuales con pequeñas distribuidoras independientes y ya se había organizado toda una estructura logística para que a cada vídeo comunitario le llegase cada mes un paquete de 60 películas -casi todas ellas de serie B- y otro paquete con películas X con las que los pequeños operadores cerraban la emisión de cada semana, los sábados a medianoche.
Como bien nos recuerda Felipe, el material llegaba en soporte VHS y del reproductor de vídeo de «cabecera», muchas veces instalado en un balcón, salía una multitud de cables que más de una ocasión sirvieron como “cuerdas para tender la ropa”.
Aprovechando que existía una ley en México, limitando los precios sobre publicidad en televisión, Televisa consiguió que mediante una señal internacional (Galavisión) vía satélite, el Gobierno Mexicano autorizase un incremento a Televisa de sus precios publicitarios. Televisa hizo números y llegó a la conclusión de que, gracias a los ingresos obtenidos podía mantener dos señales satelitales, una Panamsat (del que Televisa era socio) que rebotando en Inglaterra subía a Eutelsat para iluminar Europa y en concreto España.
Pero nadie pensaba que una gran productora internacional, como la mexicana Televisa, propietaria de Galavisión, fuese a poner su mirada en el cable local español. Fue Felipe Palacios quien lo propuso, e incluso se atrevió a ponerle cifras al negocio: en un año, el número de espectadores de Galavisión podría llegar a ¡más de medio millón de hogares!, eliminando el satélite Eutelsat y utilizando por primera vez antenas de menor tamaño (1,20 Offset) para recibir directamente la señal del satélite Panamsat.
En un tiempo récord se llegaron a instalar antenas exclusivas para permitir la recepción de Galavisión en 180 hoteles (de cuatro y cinco estrellas), 3600 comunidad de vecinos y… 600 redes de cable y vídeo comunitario. El cómputo total de hogares subió hasta 1.800.000 (sin contar con las habitaciones de los hoteles). Galavisión se convirtió en el primer canal privado de televisión del que se podía disfrutar en España, en un tiempo en el que la oferta de televisión estaba reducida a los dos canales de TVE, el canal autonómico (no en todas las comunidades) y el canal de vídeo comunitario, con sus películas, sus telediarios locales y su canal exclusivo Galavisión.
Llegaron así las primeras telenovelas y los grandes éxitos como Chapulín colorado, Los ricos también lloran, Esmeralda y otros tantos… Felipe Palacios se convirtió en el hombre que había traído una nueva dimensión, en 1989, al incipiente negocio del cable local.
Pero este fue sólo el primer paso. Dos años después, y ante el éxito arrasador conseguido con Galavisión, el empresario venezolano Francisco Urbina, presidente del grupo Urbina y propietario del Canal Hollywood, pone también su vista en España y recurre también a Felipe Palacios para traer el Canal Hollywood, a los vídeos comunitarios de España vía satélite, por primera vez con señal digital comprimida en MPEG-1, con el abaratamiento de costes subsiguiente. Se crea a tal efecto una nueva sociedad en España, llamada Multicanal TPS cuya cúpula directiva estaba compuesta por Eduardo Alonso como director general, Gumersindo Quintano (Sindo Quintano para los amigos) como director comercial, Carolina Godayol como directora de marketing y Felipe Palacios como director técnico. Ya en 1994 Multicanal TPS comienza a emitir, por primera vez en España, en DVB-MPEG-2 y se añaden los canales Tele 1 de Aaron Spelling, El Canal Panda, del Grupo Urbina, y Discovery Channel, más el canal NBC en español. El cable local se profesionaliza, sus redes se mejoran, crece el número de abonados pero… El gobierno de Felipe González no está dispuesto a consentir una dispersión incontrolada de medios de comunicación audiovisual (máximo cuando una buena parte de ellos producían a diario un telediario local). Comienzan las órdenes de clausura, los cierres de cabecera, los cortes de cables con el único pretexto de «invasión del espacio público». Dos abogados, entre otros, Javier Angelina y Juan Clavero Arevalo defienden a los pequeños operadores en base al artículo 20 de nuestra constitución (libertad información) y, tras largos años de sentencias y recursos se llega a un statu quo con la concesión de las licencias C 1, ya con José María Aznar en la presidencia del Gobierno y después de la promulgación de una Ley del Cable redactada para que sólo las grandes empresas de distribución eléctrica pudiesen cumplir los requisitos exigidos. Sólo Multitel, una mediana red de cable ubicada en Valencia y propiedad de Eugenio Galdón, consigue entrar en el reparto de las licencias «diseñadas» para las eléctricas gracias a la obtención de un abultado crédito que hizo posible pagar las astronómicas fianzas impuestas por la Ley del Cable. Aquella red de cable, tras muchas vicisitudes llegó a convertirse en ONO y ahora es propiedad de Vodafone.
Volviendo a la historia de nuestro protagonista, en 1996 Disney adquiere Multicanal TPS y Felipe Palacios es contratado por Televisa España, compañía en la que continuará su trabajo como director técnico y también como director de operaciones europeas. En Multicanal TPS Carlos Palomar asumió el cargo de director técnico y Eduardo Zulueta el de director general, donde continúa hoy después de múltiples cambios accionariales en la compañía. Durante todos los años que
Felipe Palacios estuvo dirigiendo operaciones en Televisa y Multicanal TPS, nunca abandonó su verdadera vocación de consultor con la empresa de Ingeniería ICA Consulting, formada por él mismo y su inseparable socio Amador Roldán hasta su jubilación.
Felipe Palacios recibió el premio Acutel-Teleinforme por su dedicación al cable local en la XXX asamblea de Acutel celebrada el día 14 de noviembre en Granada. ¡Enhorabuena, amigo Felipe!
