Titulares pensados solo para epatar

26 febrero, 2018

Epatar es un verbo aceptado por la Real Academia de la Lengua Española, aunque de uso poco frecuente en España. Procede del verbo francés “épater”, que la RAE define como sorprender o producir gran asombro.

Por Antonio Carballo Sánchez

Utilizar titulares epatantes es una fea costumbre del periodismo de todos los tiempos, que busca así, sobre todo, vender más ejemplares. Pero el titular de EL PERIÓDICO del pasado sábado 24 de febrero ha ido más allá: dedicar casi 1/5 de su portada a un asunto de muy relativo interés sugiere la existencia de alguien con mucho empeño en su publicación.
De todos es conocida la ya vieja lucha que mantienen las plataformas digitales con las asociaciones de exhibidores de todo el mundo para conseguir estrenar al mismo tiempo. Afortunadamente a día de hoy, los exhibidores van ganando por goleada. Y esperamos que esto no cambie en muchas décadas, especialmente después de la reciente creación de la UNIÓN MUNDIAL DE EXHIBIDORES para defender sus intereses.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, aún se aprecia más lo desmesurado de este titular cuando se lee el artículo completo. Mientras el titular induce a pensar que los cines van a desaparecer en breve, el resto del artículo viene a decir en resumen todo lo contrario.
Julián García, autor del artículo, reproduce opiniones a favor y en contra de diversos protagonistas de la Cultura cinematográfica española. La mayoría de ellos defienden el cine en salas y concretan que en Netflix y otras plataformas solo se han estrenado en exclusiva unas pocas películas de bajo interés e incluso alguna que, siendo un film sin pies ni cabeza, consiguió una recaudación importante al ser distribuida en Netflix (después de evaluar que su estreno en salas hubiese sido un fracaso total). Lo que en realidad supuso un engaño total para los suscriptores.

The Cloverfield Paradox tuvo una gran repercusión entre el público de Netflix, a pesar de que su estreno en salas fue descartado antes de llegar a la plataforma.

En el artículo se puede leer que, además de en las plataformas, el público de las grandes ciudades utiliza frecuentemente otros nuevos modos de ver películas, pero siempre en una sala: festivales, filmotecas, salas alternativas… quizá el nuevo modelo de exhibición que busca el público joven va más por las salas alternativas (como las que ya existen en Madrid, Barcelona y otras ciudades), un detalle que el conjunto de la exhibición debería estudiar con detenimiento.


Quizá el nuevo modelo de exhibición que busca el público joven va más por las salas alternativas (como las que ya existen en Madrid, Barcelona y otras ciudades), un detalle que la gran exhibición debería estudiar con detenimiento.


Uno de los entrevistados llega incluso a afirmar que “tanta pantalla en casa cansa”. Otro de ellos saca a relucir el manido argumento del alto precio de las entradas de cine, justificando el estreno de las obras en plataformas debido a sus tarifas muy asequibles. Asequibles para unos jóvenes que salen a la calle y se gastan en un “botellón” más de lo que cuesta una entrada de cine… ¿Cuándo conseguiremos eliminar el mantra de que el cine es caro?

También aparece otra opinión sobre el papel “democratizador” que juegan las plataformas, al permitir la visualización mundial de películas de tan bajo presupuesto que no soportan el coste de la distribución y la exhibición tradicional. Quizá esta sea la opinión  más realista, pero no es este tipo de películas lo que motiva la guerra entre plataformas y exhibidores. Por parte de estos últimos no hay ningún problema en que Amazon, Netflix o HBO las estrenen cuando quieran pues de otra manera nunca llegarían  al público a través de las salas.


También aparece otra opinión sobre el papel «democratizador» que juegan las plataformas, al permitir la visualización mundial de películas de tan bajo presupuesto que no soportan el coste de la distribución y la exhibición tradicional. Quizá esta sea la opinión más realista, pero no es este tipo de películas lo que motiva la guerra entre plataformas y exhibidores.


La prensa generalista suele cometer importantes errores cuando intenta analizar a fondo asuntos empresariales de tanta complejidad. Y en este caso se demuestra más que sobradamente, pues falta el dato más importante de todos: que en el mundo se producen más de 5000 películas por año y en las salas solo se estrenan entre 300 y 400.

Las plataformas deberían dedicarse a las series y a las más de 4500 películas que no encuentran distribución, entre las cuales hay muchas y muy buenas obras. Por su parte, exhibidores y distribuidores deberían intentar que esas 300/400 fuesen lo mejor de lo mejor. Y no deben andar muy desencaminados, cuando el número de espectadores que pagan por entrar a una sala crece continuamente en todo el planeta. Habría sitio para todos si nos dedicásemos a hacer las cosas bien.


Las plataformas deberían  dedicarse a las series y a las más de 4500 películas que no encuentran distribución. Por su parte, exhibidores y distribuidores deberían intentar que esas 300/400 fuesen lo mejor de lo mejor.


En cuanto a los usuarios que viven en poblaciones donde lamentablemente no queda ya ningún cine, está claro que la única fórmula de darles acceso a la cultura cinematográfica es a través de la red. Pero esta cultura es igualmente válida si los grandes títulos cinematográficos llegan a su destinatario con un par de meses de retraso (además de a un precio muy reducido) a través de las plataformas de pago.

Lo que está claro es que entre unos y otros debemos impedir por todas las formas posibles la existencia de una piratería que, esta sí, nos estropea el negocio a todos.

Reproducción completa de la portada de el Periódico

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