Editado y publicado por Filmoteca Española, ayer se presentó en el Cine Doré (Madrid) el libro ‘El Doré. El cine de los buenos programas’, coordinado por Beatriz Rodríguez, miembro de Filmoteca Española. Repasa la historia de este emblemático edificio y retrata a las personas que han hecho posible que este cine con más de 100 años de historia haya logrado sobrevivir y convertirse en un patrimonio cultural de primer orden.
La publicación de este libro forma parte de las actividades para celebrar que en 2019 se cumple el 30º aniversario del Cine Doré como sede de programación de Filmoteca Española.
‘El Doré. El cine de los buenos programas’ consta de 208 páginas y, tras una breve presentación de José Guirao, ministro de Cultura, hay capítulos de autores como Miguel Marías, Antonio García Rayo, Catherine Gautier, Carlos Reviriego, María José Rodríguez, David Pallol, Josefina Martínez y Fernando Bernal, así como un prólogo de Josetxo Cerdán, actual director de Filmoteca Española.
El evento de presentación consistió fundamentalmente en una mesa redonda donde participaron la coordinadora del libro, Beatriz Rodríguez; el propio Josetxo Cerdán; Vicente Ferrer, editor de Media Vaca, para presentar el nuevo recortable del Doré; y tres de las autoras del libro: Catherine Gautier, programada de Filmoteca Española desde 1989 hasta 2016, Josefina Martínez, profesora titular en el área de Historia Contemporánea de la UNED, y Maria José Rodríguez, arquitecta y doctora por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).
Beatriz Rodríguez, que moderó el coloquio, explicó cuál ha sido el objetivo del libro: «Hemos contado con unos colaboradores de muy heterogéneo perfil, lo cual ha enriquecido mucho el libro. Es una obra global, muy integral«.
No quiso perder la oportunidad de dar las gracias a los profesionales de Filmoteca. «Es justo agradecer a toda la gente de Filmoteca Española, que ha puesto su granito de arena para la documentación y que esta obra fuera más rica», manifestó.
Josefina Martínez intervino para hablar especialmente de los aspectos sociológicos y relacionados con los espectadores. «Nadie hubiera jurado nunca que hoy pudiéramos estar aquí en este cine. Ha sido un milagro, un milagro de muchísima gente: de quien lo construyó, de quien lo reivindicó, de quien ha hecho las programaciones y de todo el personal que ha trabajado en el Doré y en Filmoteca», indicó.
La profesora de la UNED recalcó la «belleza» del trabajo realizado. «El libro está lleno de sensibilidad y amor al cine. Cuando lo lees, te das cuenta de qué trabajo hay detrás. Los espectadores llegamos, nos sentamos, miramos y no nos damos cuenta de ese trabajo», apuntó Martínez.
Según Martínez, el cine, construido en 1912, fue «el quinto cinematógrafo como tal que se construyó en Madrid». Poco después de su construcción, se inició la Primera Guerra Mundial. «En detrimento del cine europeo, va a beneficiar al cine español, en el sentido de que, como no llegaban películas, fueron las películas valencianas y catalanas, que eran las que más se estaban produciendo en ese momento, las que llenaron la cartelera del Doré. A partir de ese momento, empezó a crecer también la industria madrileña. Por ejemplo, aquí se va a estrenar Flor de España (1923) de Helena Cortesina, la primera directora y productora española», explicó.
«El gran artífice de este cine fue Arturo Carballo. Fue un visionario y convirtió el cine en aquello que decía el eslogan: ‘El cine de los buenos programas’. Con la ambición de crear cine de lo que está sucediendo, Carballo rodó la más famosa revista de los años 20: Frivolinas«, aseguró Martínez.
En este sentido, los lectores pueden leer nuestro artículo ‘Carballo, un siglo en el Cine’ para conocer la historia de esta saga que continúa hoy con Antonio Carballo, editor de Cineinforme.
Martínez resaltó que, aunque el cine continuó siendo importante en los años 40 y 50, «durante la posguerra, el cine fue sufriendo un olvido» y «pasó a tener programas dobles de películas de reestreno».
A continuación, tomó la palabra María José Rodríguez, que destacó que «las fuentes primarias, es decir, los documentos de archivo, han sido fundamentales para estudiar la arquitectura del Cine Doré«. Este tema «estaba tratado únicamente de forma muy general, sin haber profundizado».
En el libro, se trata de la arquitectura desde un punto de vista patrimonial. «Aquí hace 30 años lo que se pretendió fue recuperar un edificio histórico. Un edificio que había sido construido en 1912 y que en los años 70 estaba abandonado y en estado de ruina«, expuso Rodríguez
Según la autora, «la historia de este edificio es la historia de su construcción y de sus transformaciones realizadas a través de reformas y rehabilitaciones», pero también está vinculada a aquellas personas que «hicieron posible esos procesos constructivos, es decir, a los promotores, a los gestores y a los arquitectos».
En el capítulo se tratan las vidas de tres de estos personajes, los más importantes. Uno de ellos es el promotor de 1912, Arturo Carballo, que, como dijo la arquitecta, «estuvo vinculado toda su vida, hasta su muerte (en 1947), a este edificio». Los otros dos son dos arquitectos: Críspulo Moro Cabeza y Javier Feduchi.
«A Críspulo Moro Cabeza se le ha atribuido tradicionalmente la autoría de este edificio pero esta investigación pone de manifiesto que se desconoce quién lo proyecta en origen. Moro Cabeza realizó las reformas de los años 20 y 30. Feduchi interviene en los años 80 y es a quien le debemos este edificio tal y como es actualmente, realizando la rehabilitación arquitectónica y diseñando el mobiliario completo», explicó Rodríguez
Este edificio, señaló, «no nació como una construcción aislada sino como parte de un recinto» en el que se proyectaron distintas construcciones destinadas al ocio: parque de atracciones, un teatro-café, un bar y un gran número de pequeños locales comerciales. El recinto no solamente ocupaba estos terrenos sino también los colindantes, los que ocupa el actual mercado.
Inicialmente, Carballo lo denominó al edificio como Salón Doré. «El recinto fue evolucionando y el uso ocio se transmutó en uso comercial y únicamente este edificio permanece y la estructura se convierte en permanente en los años 20, cuando Críspulo Moro realiza las reformas y el edificio será únicamente cinematógrafo, dejando de ser ya salón de variedades», comentó la arquitecta.
Durante esta presentación, también se aprovechó para hablar acerca del nuevo recortable del Cine Doré. Vicente Ferrer, editor de Media Vaca, estuvo presente para contar este proceso. El diseño original del recortable, datado en 1991, fue de José Cardona ‘El Persa’, un artista difícil de clasificar que murió en 2012. «Fue amigo nuestro desde los años 80», declaró el editor.
«Le gustaba la relación tan especial que se establece entre la persona que monta el recortable con la que lo dibuja. Los dibujos no están hechos por ordenador y se nota que está hecho con lápiz. Por ejemplo, el grosor de las líneas es irregular. Se percibe que no es una máquina la que lo ha hecho», apuntó Ferrer sobre el artista, que además era «defensor del recortable como medio de información».
Sobre la nueva versión, Ferrer quiso dar mérito a Santiago Martín, que «ha hecho las fotografías y ha puesto el color».
La exprogramadora Catherine Gautier también se dirigió a los asistentes. «Me costó muchísimo parir los 8 folios que escribí para este libro. Fue un parto muy doloroso. Gran parte de mi vida personal la he pasado aquí (…) Me ha costado mucho pero ha sido una catarsis para mí», admitió.
En el capítulo que escribe habla de sus métodos de programación, de lo racional, de lo emocional y de sus intuiciones. ¿Cuál es el ciclo que programó al que tiene más cariño? El más personal y el que más disfrutó fue uno de los años 90 sobre el amor, la vida y la muerte. «La mejor década que recuerdo es la de los 90 y este ciclo constaba de unas 50 películas, casi todos melodramas. Me he dado de que en él estaban casi todas mis películas favoritas», aseguró.
Ahí había títulos como Jennie, Gertrud, Los tres luces, Brigadoon, El fantasma y la Sra. Muir o Johnny Guitar, entre otros. «Este ciclo duró dos meses. Era distinto a lo que hicimos después en mi etapa y se hace ahora, que se han reducido el número de películas. Antes, intentábamos que fuera lo más completa posible y recorríamos el mundo entero para encontrar materiales», dijo Gautier.
La antigua programadora subrayó que «daba mucha importancia al equilibrio de los programas» y que en la actualidad «se debería programar más cine mudo y en genero más cine clásico».
Por último, cerró la charla Josetxo Cerdán, que también quiso hacer sus agradecimientos porque «las cosas para la Filmoteca nunca han sido fáciles«. Según recalcó, «Miguel Marías y Chema Prado pusieron todo su esfuerzo para que esta sala acabase siendo lo que es hoy».
«Una figura visionaria para entender la importancia que podía tener este cine fue Luis García Berlanga que, como director de la Filmoteca, dijo que no podía ser que estuviéramos perdiendo estos lugares», añadió el actual director de Filmoteca.
Según Cerdán, Berlanga «fue el acicate para establecer una especie de movimiento de resistencia porque todos los vecinos del barrio no querían saber nada de que esto se conservase. Querían que se hicieran unos jardines o un supermercado, que para ellos era mucho más lógico». Fue un proceso muy lento recuperarlo con «todos los conflictos que nos podamos imaginar».
El Cine Doré fue y aún hoy es especial. «El Doré siempre será diferente a otras salas, por muy culturales que puedan ser algunas. Es la gran pantalla del Archivo Fílmico Nacional. Tiene que ser un espacio cada vez más museístico, no depender de modas de festivales», sentenció Cerdán.
En su opinión, «los cines han sido siempre un espacio de encuentro social y tenemos que ser los guardianes de esas esencias«.
Esa especificidad tiene que ver con, como decía Cerdán, su naturaleza de Archivo Fílmico Nacional. «El circuito que tenemos entre el archivo y el cine tiene que ser continuo porque no tienen sentido el uso sin el otro. Todo lo que hacemos cobra sentido cuando los espectadores pueden ver las películas. Que nosotros conservemos y restauremos las películas no tiene ningún sentido si la gente no viene a un espacio como este. El Doré es el que da sentido por lo que tiene que ser preservado para poder seguir gozando de una experiencia que ya es historia», comentó el director de Filmoteca.
Para finalizar la presentación, hubo una proyección de algo más de media hora con fragmentos de películas en los que se celebra el acto de ir al cine. Entre los títulos que se pusieron ayer estaban noticiarios pero también obras como Vida en sombras, El espíritu de la colmena, Angustia o Dolor y gloria, entre otras muchas.
Consulta el artículo ‘Carballo, un siglo en el cine’ aquí.