Juan Vicente Martín: «Creo en un modelo de empresa que no sea un mero arrendador de medios»

14 septiembre, 2022

Cars Studio es, desde hace cuatro décadas, uno de los platós de rodaje más amplios, completos y polivalentes de la industria española. Hemos entrevistado a su director general desde 2006, Juan Vicente Martín, profesional de inquebrantable mentalidad empresarial que repasa para Cine&Tele una trayectoria de película.

Exterior de los platós de Cars Studio en Ciudad de la Imagen.

El recorrido de Cars Studio es tan amplio como variopinto, desde techos móviles para iluminación de platós de publicidad hasta el primer camera car construido en España, pasando por los casi 10.000 spots o los casi 5.000 capítulos de la serie Amar. Es la historia del sector vista desde una empresa de servicios que siempre ha estado para lo que necesiten las productoras.

Cine&Tele: ¿Que servicios ofrecía Cars Studio en sus inicios?

Juan Vicente Martín: En la década de los 60 Carlos Alonso Camarero y Miguel Leal Moreno llegan a Gecisa, por aquel entonces una de las grandes casas de iluminación de España. En 1969 se rueda la mítica Patton, y con la experiencia adquirida en esta y otras legendarias películas de Hollywood ambos empiezan a crear su propio proyecto empresarial que vería la luz en 1983 con la apertura del que, podríamos decir, fue el primer plató de publicidad de nuestro país. Con visión y acierto, construyen tres sets de rodajes con ciclorama y un sistema especial de iluminación, lanzando al mercado una oferta novedosa y singular.

Antes de abrir sus puertas, ya había productoras de cine y de publicidad solicitando sus servicios y reservando jornadas de grabación: así nacieron los míticos estudios de Cars Studio en la céntrica calle Etruria. Para mí es un honor y un orgullo continuar con ese trabajo que ellos iniciaron hace medio siglo, y que el nombre de Cars Studio continúe representando una forma de trabajar y de entender el mundo de la TV y el cine.

Primer camera car construido en España por Cars Studio.

C&T: ¿Y cuándo surge Ibercin?

J. V. M.: En los años 89 y 90 empiezo a interesarme por el mundo de la producción. En aquel momento me atraía la Alta Definición, una idea en desarrollo sobre la base del recién nacido Betacam SP de Sony. Entonces, la grabación en vídeo generaba mucho rechazo en el sector y su calidad era muy inferior a la del 16mm. Como es lógico, los directores de fotografía no querían utilizar herramientas que no mejorasen su trabajo.

Durante dos años estuve formándome por mi cuenta acerca de la base tecnológica de la imagen en celuloide, en vídeo y del proyecto de investigación de la Alta Definición. Mi visión era que la mejora progresiva del vídeo y los proyectos en desarrollo del HD algún día llegarían a sustituir a las cámaras de cine y al celuloide.

Fue entonces cuando nació Ibercin, fruto de aquella inquietud y vocación. Lo demás son 30 años de historia de la mano de la tecnología HD y sus desarrolladores.

 

C&T: Pero tus primeras producciones fueron rodadas en 35mm…

J. V. M.: Mis primeras producciones fueron en Súper 35mm y en Betacam SP. Utilizando la banda de sonido del fotograma conseguía un formato panorámico (16/9) y con un soporte químico como el celuloide, con emulsiones de grano fino como el 50 ASA de Kodak, tenía garantizados los registros y estándares de calidad del HD, y con el Betacam SP me garantizaba la agilidad y versatilidad del vídeo. El sistema reunía lo mejor del mundo del vídeo y del cine.

Fueron años en los que aprendí muchísimo, aquellos trabajos me aportaron los conocimientos y experiencias necesarios para convertir a Ibercin en la primera empresa que ofreció servicios de producción en Alta Definición en el año 1994 con la adquisición de la primera cámara HD comercial que salió al mercado: la HDC-100 de Sony. Así nos diferenciamos del resto de empresas de servicios.

El centro de producción de Cars Studio en sus inicios.

C&T: ¿Y tu relación con Cars Studio?

J. V. M.: No había relación, no los conocía, ni ellos a mí. Cada uno tenía su segmento de mercado: Carlos Alonso y Miguel Leal se dedicaban a los platós y la iluminación, y yo me dedicaba a la parte técnica de las producciones: cámaras, ópticas, magnetoscopios, plataformas de postproducción, etc. Yo tenía la idea de tener mis propios estudios desde hacía años, pero aquello me parecía un sueño inalcanzable, y no estaba preparado ni profesionalmente ni económicamente.

 

Juan Vicente Martín, director general de Cars Studio y Grupo Ibercin.

C&T: ¿Por qué no continuó Ibercin con la línea de negocio de producción?

J. V. M.: Esa línea de negocio no era viable en aquel momento y el proyecto que desarrollaba entonces, en un sitio tan difícil como Alaska, tampoco. Estuve 4 años trabajando 18 horas al día todos los días del año. No tenía dinero para pagar un equipo y terminé yendo solo allí. Mover el material de 35mm más el de vídeo una sola persona es algo bastante duro y complicado. Hacía de operador, ayudante, diseñaba y gestionaba la producción… lo hacía todo.

Sé que resulta algo poco creíble que una sola persona pueda mover más de 100 kilos, pero me buscaba mis trucos para aligerar y mis mañas para grabar, y siempre o casi siempre conseguía los planos que buscaba, con un resultado excelente en calidad fotográfica.
Antonio Martos, el entonces director de Kodak, me organizaba la entrega de película desde España y me servían material en la terminal de carga del aeropuerto de Anchorage, vía Rochester. Después yo mandaba la película a revelar a Fotokem.

Cada dos semanas me bajaba a Los Ángeles, visionaba la película revelada, siempre con miedo a la sobreexposición o a que estuviese dañada por los arcos de seguridad, ya que todo viajaba en avioneta o avión. En Los Ángeles, los operadores de visionado me apreciaban mucho por el trabajo que estaba haciendo y me hacían sentir como un gran productor.

Después llegaba a España y volvía a la realidad, es decir, infinitas entrevistas por todas las televisiones públicas y privadas sin ningún resultado. Al final, tuve que desistir y dedicarme a dar servicios con mis equipos, ya que mi situación económica era insostenible, estaba en quiebra.

Esos fueron los comienzos de Ibercin y los míos en la industria audiovisual. Me sentía fracasado y frustrado y, en cierto modo, así era, pero todo aquel esfuerzo personal y económico que no dio resultado, hizo posible que se sentaran las bases de trabajo y los valores de Ibercin. Lo que no tuvo resultado material en el balance de la empresa en forma de beneficios, sí lo hizo creando la identidad de una empresa que ha superado innumerables dificultades de todo tipo, para sobrevivir más de 30 años en un sector tan cortoplacista y cambiante como el audiovisual.

Resulta que la perseverancia, la audacia, las ideas y la capacidad de poner en valor la experiencia de los fracasos son los mejores activos de una empresa.

Es una pena que esos conceptos no tengan su impacto directo en el balance, porque en realidad son el mejor activo de cualquier proyecto empresarial.

Sala de vestuario y maquillaje en Cars Studio.

C&T: ¿Cuándo coincides en el tiempo con Carlos Alonso Camarero y Miguel Leal Moreno?

J. V. M.: En 2005, de forma casual, llega a mis oídos que los platós de Ciudad de la Imagen de Cars Studio están en venta.

 

C&T: ¿Y cuál fue tu reacción?

J. V. M.: “Yo no juego en esa liga”, le contesté a la persona que me lo contó. Pero a los 5 minutos estaba buscando el teléfono del dueño para llamarle.

Es lo que te decía de los valores y la identidad de una empresa: si sientas las bases, estableces una continuidad y siempre hay proyectos que surgen.

La operación de compra era muy complicada por el volumen económico, pero en estas situaciones la creatividad, la autodeterminación y la ilusión pesan más que todo lo demás. En los peores momentos de una empresa, se forjan los mejores valores.

Al día siguiente de la llamada, Miguel y yo nos reunimos, y en lugar de comprar los platós de Ciudad de la Imagen, compré toda la empresa. Nos estrechamos la mano al cerrar el acuerdo, firmamos un papel con cuatro anotaciones sobre el mismo y se lo enviamos a los abogados y los fiscalistas.

Plató con croma verde en Cars Studio.

C&T: ¿Pero no fue precipitado?

J. V. M.: Fue muy precipitado pero el destino es así. Cuando surge una oportunidad, tienes que elegir si la aceptas asumiendo todos los riesgos. Si finalmente te lanzas a afrontar ese nuevo reto y coincide con tu visión estratégica, a partir de ese momento, debes hacer frente a todo lo que venga.

 

C&T: ¿Y qué es lo que vino?

J. V. M.: Lo primero, el enorme trabajo de fusionar e integrar en un mismo paraguas empresarial un servicio integral multidisciplinar. Cada empresa tenía lo mejor del sector, Ibercin infraestructura técnica y know how mientras que Cars Studio excelentes platós, iluminación y una gran trayectoria en el sector. Una alianza perfecta bajo el mismo lema, y lo que es más importante, con un único órgano de gobierno y decisión.

Zona técnica de plató.

Siempre digo que yo he mantenido y continuado lo que Miguel Leal y Carlos Alonso comenzaron, con la misma vocación y con los mismos valores: ellos se jubilaban y yo daba continuidad a su proyecto. El destino es caprichoso y curioso: una empresa se crea a principios de los ochenta y otra a principios de los noventa y, con el cambio de milenio, se encuentran y se unen para crear la primera empresa en dar servicios audiovisuales integrales.

 

C&T: ¿Cómo os afectó la crisis del 2008?

J. V. M.: Como a todos. Si los mejores bancos del mundo estaban en quiebra, ¿cómo íbamos a estar las empresas pequeñas? La diferencia es que a los bancos les rescataron y a las empresas no.

Con la compra de Cars Studio recién iniciada y la financiación de los equipos en curso, la deuda era muy alta. Tuvimos que soportar muchos impagados y la demanda de servicios se desplomó.

Fueron años muy complicados, tuve que asumir la dirección financiera de la empresa y refinanciar en primera persona todas las operaciones que entre deuda comercial y deuda bancaria eran muchas. Cuatro años de negociaciones y ¡más de 15 para pagar! Nadie veía viable que aquello saliera adelante excepto yo y supongo que yo lo veía viable porque no tenía otra opción; pura supervivencia.

En ese momento aprendí grandes lecciones de estados financieros, de estrategias de viabilidad, de gestión empresarial… pero también una gran lección de vida, porque tuve la ocasión de conocerme mejor y conocer mejor a los que me rodeaban. De un año para otro tuve que dejar de ser un técnico para convertirme en un economista especializado en planes de viabilidad y gestión de pasivos.

Parrillas de truss a gran altura en Cars Studio.

C&T: ¿Cuál es tu último proyecto?

J. V. M.: No hay un último proyecto, siempre quedan cosas por hacer. Si algo bueno tiene el sector audiovisual es que esto nunca termina, hace miles de años pintábamos en las paredes de las cuevas para trasmitir la realidad, y hoy hacemos un vídeo con el móvil y a los pocos segundos lo puede ver el mundo entero. Vivimos un momento apasionante, no tardarán en llegar las imágenes por holograma y podremos vivir inmersos en muchas realidades; eso ampliará la opción de los generadores de contenido y también la de los consumidores.

Mi último proyecto ha sido el plató de la calle José Isbert en Ciudad de la Imagen, aunque yo prefiero llamarlo centro de producción. Yo quería crear un espacio para dar cabida a todas las necesidades de cualquier productor ejecutivo.

En casi 10.000 metros cuadrados de parcela y más de 6.000 m² de edificio entra todo lo que un productor ejecutivo pueda necesitar para crear su obra de principio a fin: decorados exteriores, espacio para más de 100 vehículos, diferentes sets de rodaje que incluyen un plató de 1.600 m² y otro de 900 m², talleres de carpintería, de atrezzo y de costura, salas de proyección, 30 camerinos, otros 30 despachos de producción, zonas ajardinadas y de recreo y un diseño orientado al bienestar de todos, desde los actores a los guionistas pasando por el personal técnico, auxiliares etc. Han sido 4 años de trabajo muy intenso, con un gran resultado.

 

C.: ¿Y dónde tienes puesta la mirada, de cara al futuro?

J. V. M.: No lo sé, en principio nada, tengo proyectos fuera del sector audiovisual que me gustaría terminar y también me van surgiendo ideas en relación a nuevas formas y conceptos de producción o, mejor dicho, de recursos para la producción. La factura energética y la huella hídrica de nuestra actividad es muy alta, los centros de trabajo se tendrán que adaptar a la nueva situación, lo que implica una remodelación de los edificios y de los conceptos de suministros energéticos, generación de residuos, movilidad y los tiempos de ejecución de los trabajos.

Camerino y sala de estar en Cars Studio.

Creo en un modelo de empresa que ofrezca al mercado audiovisual una solución integral y que no sea un mero arrendador de medios. El valor del servicio no sólo radica en los recursos de los que dispone la empresa, también está en un esfuerzo de consultoría que trabaje desde el primer perímetro de la producción ejecutiva. Para mí, esto es un cambio de concepto a nivel de cultura y mi objetivo personal dentro de esta industria.

También creo en la identidad y la razón de ser de cada empresa, en la autonomía y la libertad de acción. A veces los modelos financieros equivocados, las estructuras societarias complicadas, los órganos de gobierno dispares y las situaciones de cautividad de acuerdos poco viables someten la voluntad de las empresas y hacen inviable, por no decir imposible, desarrollar ideas innovadoras o alcanzar objetivos a largo plazo.

En ese sentido, siempre he apostado por este ideal como principal base de nuestro proyecto empresarial. Y creo que eso, a día de hoy, es lo que nos distingue de los demás

 

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