Ya lo he dicho muchas veces, pero la ocasión me obliga a repetirlo: La defensa de la diversidad cultural es uno de los objetivos primordiales de MEDIA. Por Peter Andermatt, Director Oficina MEDIA España.
Concretamente, nuestras medidas principales para cumplir con la misión consisten en poner dinero y recursos donde otros no lo ponen tanto: en el desarrollo y en la promoción de películas y de obras audiovisuales. Desde Bruselas, concretamente desde Eurostat, que es la agencia europea de estadísticas, ya se ha advertido en repetidas ocasiones que nuestra costumbre de producir muchas obras, de tamaño modesto, y de olvidarnos de promocionarlas debidamente, lleva a una sobreproducción de películas que nadie sabe que existen. No es sorprendente, entonces, que nadie las vaya a ver en el cine, y ni siquiera en otras ventanas de difusión. La consecuencia es, entre otras muchas, que estas películas tampoco generan dinero para sus productores, y así se alarga la espiral del fracaso sistemático, porque sin dinero seguirán haciendo películas pequeñas. El término de Eurostat para ello es demoledor: La paradoja de la producción, se podría añadir “de películas invisibles”. ¿Se puede defender la diversidad cultural haciendo películas que no se ven?
Justamente, el otro día hablando con un compañero sobre posibles artículos para un informe sobre la industria iberoamericana, me acordé de ello, porque pienso que en América del Sur se repite un poco la misma situación, a pesar de un idioma en común. Se me ocurrió decir que los que mejor defienden la diversidad cultural europea eran los norteamericanos, especialmente las plataformas, porque su obligación de invertir en contenido audiovisual local les hace sacar títulos, tanto películas como series, que se ven casi en el mundo entero. Porque están bien hechas y, ojo al detalle, muy bien promocionadas. Lo mencioné en privado, muy a mi pesar y advirtiendo que negaría ante cualquier juez haberlo dicho, porque me parecía políticamente incorrecto. Pero esta mañana me topé con un artículo en Screen International en el que Reed Hastings, el inventor de Netflix, presume ante el mundo entero de ser el defensor más grande de la diversidad cultural europea. Por esto, ya me merece la pena ser valiente y llevar la reflexión al ámbito público. Textualmente, Hastings dice que Netflix se ha convertido en el constructor más grande en la Unión Europea en cuanto a colaboraciones interculturales, audiovisualmente hablando. También opina que Netflix está contribuyendo masivamente a la “fertilización cruzada” entre industrias audiovisuales europeas. Hastings hasta reconoce que el asunto no carece de ironía, tratándose de una plataforma norteamericana.
Pues, a mí también me parece irónico y hasta me puede resultar molesto. ¿No éramos nosotros, -MEDIA- el motor para impulsar la colaboración internacional europea? Oigan, nuestras medidas especiales para el desarrollo de las industrias audiovisuales, puestas en marcha hace más de 30 años, están diseñadas precisamente para ello, para construir colaboraciones interculturales. Y viene el señor Hastings y se cuelga la medalla. ¿Cómo es posible?
Todo tiene su explicación. A riesgo de incurrir en un discurso demasiado simplista, pienso que Hastings tiene algo de razón cuando dice que sus producciones están pensadas para un mercado global, y que las producciones impulsadas por otros difusores, sobre todo canales de televisión europeos, tienen una ambición más localista, en varios sentidos: el lingüístico y el tipo de historias que se cuentan. Naturalmente, esto no es toda la explicación de la presunta salvación de la diversidad cultural europea de la mano de Hastings. Pero algo tendrá que ver. Netflix analiza sus datos de audiencia, y en función de ellos trata de impulsar producciones que harán felices a sus suscriptores. Hasta cierto punto, esto parece funcionar, aunque en mi opinión no carece de riesgos, sobre todo el de repetir una y otra vez las mismas fórmulas, incurriendo en producciones que se parecen, o sea, repetición con variación. ¿Qué podemos nosotros, los europeos, hacer para ser competitivos en este sentido?
Vuelvo a mencionar el valor de la información como generadora de conocimiento. Durante el European Film Market en Berlín, se celebró una conferencia sobre las audiencias europeas, muy interesante. Nuestra máxima responsable de MEDIA, Lucía Recalde, anunció la publicación del estudio MEDIA OUTLOOK para la primavera de este año. El informe se compone, entre otras cosas, por una encuesta a personas de 15 países miembros de la UE para conocer el comportamiento de la audiencia y sus preferencias. Ello ha sido realizado con el fin de ayudar a los productores a tomar mejores decisiones. Como primicia, se dieron unos datos de audiencias que son realmente interesantes. Como sabemos que la mayoría de vosotros/as no habéis podido ir a dicha conferencia, nos hemos puesto las pilas y hemos recopilado los titulares, no solamente de esta conferencia, sino de muchos eventos de carácter divulgativo que se celebraron durante el EFM. Agradezco a mi equipo el trabajo bien hecho al respecto, y os invito a todos a consultar el documento que habla de asuntos tan interesantes como la ampliación de horizontes (de los productores), la animación como un motor de cambios, la educación audiovisual para audiencias, nuevos modelos de negocio y maneras de adaptarse a los muchos cambios a los que está sujeta nuestra industria. Cuando se publique el MEDIA OUTLOOK, informaremos sobre ello. Eso sí, ya os toca a vosotros leer el informe y debatir sobre las sugerencias que aporta. Si no lo lee nadie, de poco servirá. De hecho, de las pocas cosas en nuestro sector que son más tristes que las buenas películas que no se ven, puedo mencionar los buenos informes que no se leen.
Para concluir, pienso que ni a Hastings le falta razón, ni a nosotros nos faltan mecanismos y herramientas para enfrentarnos a la cuestión que he puesto como titular de este artículo. Bienvenida sea Netflix, con todos sus competidores, americanos, japoneses, chinos, de donde vengan. Son, indudablemente, impulsores importantes, drivers, socios y amigos. Entre otras cosas, nos enseñan que es posible pensar a lo grande y actuar en consecuencia. Tenemos que aprender de ellos. Porque si lo conseguimos, podremos ser nosotros mismos los mejores defensores de la diversidad cultural europea. Lo podremos hacer manteniendo nuestra independencia, guardando la propiedad sobre nuestras propiedades intelectuales y contando las historias que merecen ser contadas.
Como dirían ellos: “Just do it!”
En ello estamos.
Saludos cordiales.