A raíz de la nueva convocatoria pública de ayudas generales de largometrajes sobre proyecto y una vez estudiada, reitero mi opinión que son obtusas, confusas, difusas y finalmente arbitrarias. Y aún así los productoras se van a volcar como moscas a la ….. miel a ver si consiguen su parte del pastel, mejor dicho pastelito. Por Jordi Carbonell.
Da igual que para llegar a este punto la mayoría de ellas hayan tenido que hacer renuncias previas, ya que para acceder al mana de las subvenciones han de tener un 35% del presupuesto financiado, y ese 35% nunca es a cambio de nada; que aún consiguiendo la deseada subvención les faltara un GAP que intentarán conseguir a través de la constitución de una AIE que no les reportará ninguna ventaja de cara a la producción, al contrario, les obligará a reducir su presupuesto ya que esa AIE que los grandes bufetes fiscalistas y de asesoramiento denominan “seguras” -seguras para sus intereses, pero no para los productores-, son en realidad una ratonera que les conduce a un callejón sin salida, dejándoles sin opciones de poder realizar un buen estreno y que la película al menos tenga alguna opción en salas. A esa combinación de subvenciones más Plataformas/TV y AIE ‘s, yo las llamó Producciones Frankenstein.
¿Qué es una Producción Frankenstein? La Producción Frankenstein, es un tipo de producción que lo aprovecha todo: Se basa en la combinación de las subvenciones, más contratos de TV más las AIE, más el fracaso de la película. Si, fracaso, porque el sistema se basa en el máximo aprovechamiento de los beneficios fiscales sobre todo las BIN ‘s negativas.
Las características principales son:
1- Los verdaderos productores son los abogados, fiscalistas y asesores fiscales.
2- Antes de acudir a ellos con la subvención y el contrato de la plataforma y/o televisión aprobados.
3- Con el contrato y la subvención se crea una AIE
4- Una vez realizados los pasos 1,2 y 3 buscamos a los inversores que aportaran el resto de capital entre un 30 y un 40%.
En teoría, si esto fuera así, sería una opción viable, no la mejor pero posible. Lo que pasa que la realidad es otra muy distinta:
Los contratos que firmamos con las televisiones para optar a la subvención acostumbran a ser leoninos para los intereses de los productores como ya hemos apuntado anteriormente, llegando incluso a renunciar durante 10 años a los derechos de explotación, con lo que el GAP que nos falta y a través de una AIE podríamos intentar cubrir queda vacío de contenido, o al menos en teoría. Y es, en ese momento cuando aparecen los nuevos “productores” en forma de asesores fiscales, y pasamos a la versión financiero/fiscal del ¿donde está la pelotita? para generar ese contenido.
Pongamos por ejemplo que un inversor pone 1 millón de euros como socio de una AIE. Como gratificación, el Estado le premiará con un 30% de Bonificación Fiscal, o sea, 300 mil euros .
El asesor dice: Si tenemos 1 millón de un contrato de TV y pedimos el adelanto del dinero poniendo como aval el mismo contrato el inversor no tendrá que poner su dinero, pero sí podrá beneficiarse de los 300 mil ya que es socio de la AIE.
Esta práctica tiene dos problemas:
En primer lugar, la bonificación es directa, por lo que si el inversor no pone el dinero, o no lo avala directamente a través de la AIE no puede bonificarse, aunque sea socio de la AIE. HA DE PONER EL DINERO.
En segundo lugar, pedir el adelanto de un contrato, es un arrendamiento financiero (leasing,factoring, etc..) por lo tanto nunca puede tener la consideración de inversión.
Por lo tanto Hacienda si lo detecta, no lo considerara inversión con lo que solo le quedará al inversor la opción de la explotación. En el supuesto de que el productor acepte ese riesgo, no recibirá los 300 mil euros, no, recibirá como mucho 200 mil euros, el resto es beneficio para el inversor. A la pregunta del porqué al asesor, nos dirá: “Algún Beneficio tengo que darle a mi inversor”.
¡Como si rebajar en 300 mil su factura fiscal no fuera suficiente beneficio!
Esta práctica tiene el siguiente problema: En Europa está prohibida la compra-venta de créditos fiscales. Y dar 200 mil euros y desgravarse 300 mil euros es una compraventa encubierta. Por lo tanto si Hacienda lo detecta no solo lo tumbara sino incluso pueden llegar a multar.
Aún así el productor desesperado por hacer la película acepta los 200 mil, pero solo recibe 100 mil. A la pregunta del porqué al asesor, este nos responde: “Como son operaciones que dependemos de Hacienda, hasta que no ingresemos la bonificación fiscal no podemos dar todo el dinero.”
En definitiva, es un reconocimiento tácito de que dicha práctica no es del todo segura y necesitan una garantía por si no sale bien.
Por cierto ¿Y lo de la obligatoriedad de permanecer 3 años en la AIE?. Según los asesores en este caso no hace falta. El problema es que eso es directamente incierto, y si Hacienda lo detecta lo tumbará.
Para ver lo grotesco de la operación, lo resumo en el siguiente ejemplo:
Un productor tiene una película de 2 millones de euros con un contrato de TV de 1 millón y una subvención de 200 mil euros.Después de pasar por las manos de su asesor ha conseguido reunir :
1.- 980 mil euros de un crédito -descontado intereses- sobre el contrato de 1 millón de la TV.
2.- 200 mil euros del inversor que nos proporciona el asesor sobre una Bonificación de 300 mil euros
3.- Y Finalmente 200 mil de la subvención. Total conseguido 1.380.000 sin ningún tipo de ingreso de explotación.
Resultado: Ha de adaptar el presupuesto de 2 millones de euros a la cantidad conseguida. Con lo que sus posibilidades de un estreno con alguna garantía de éxito se esfuman por falta de presupuesto.
A la práctica la cantidad que aporta el asesor, la mitad, se la queda el productor como el único ingreso que va a tener de su producción.
¿Cuántas productoras utilizan las producciones Frankenstein? Todas.
¿Cuántas Productoras viendo que, año tras año esta manera de trabajar las llevará directamente al cierre prefieren estructurar otro tipo de financiación que al menos les de alguna oportunidad a su película en salas? Ninguna.