La IA os hará libres: la sombra sobre Hollywood

3 agosto, 2023

La polvareda tras el impacto del streaming en el mundo audiovisual comenzaba a asentarse, pero las inteligencias artificiales han llegado para volver a ponerlo todo patas arriba. El audiovisual sigue en continua transformación, como siempre ha sido y, previsiblemente, será.   Por Juan García

Ya nadie manda cartas de amor a través de un cartero. No esperes que a tu buzón llegue nada más interesante que las facturas o publicidad electoral cada 4 años. Nuestro contacto con los menos cercanos es muchísimo más directo gracias a las telecomunicaciones y nuestras relaciones se han ido moldeando en base a estas, siendo las redes sociales la máxima expresión de las mismas. 

¿Por qué digo todo esto? Porque en nuestra relación con el mundo del entretenimiento nos pasa lo mismo, nuestro contacto con los contenidos e interacción con ellos es directa, y las inteligencias artificiales han llegado para cambiar radicalmente los procesos creativos que hacen posible la producción de este contenido audiovisual.

Ninguna industria está libre de ello…

Recientemente McKensey & Company publicaba el estudio “The economic potential of generative AI”

La necesidad de contenidos audiovisuales continúa en ascenso, especialmente en el modelo de DTC (Direct To Consumer), a pesar de las enormes dudas sobre la rentabilidad real de las plataformas de streaming y eso no es algo que vaya a cambiar a corto plazo. 

En una polémica algo incomprensible, muchos medios se hicieron eco de una noticia que no era tal. Netflix buscaba a un AI product manager “para sustituir a los guionistas”, afirmaban. Se puede discutir que el timing no es el más apropiado, pero ni el anuncio busca “eso”, ni tiene nada de raro buscar estos perfiles técnicos. Hay que estar preparados para la ola de cambios que se avecinan en la producción audiovisual si se quiere seguir siendo competitivo.

Aplicando una lógica empresarial, si no lo haces tú, lo hará la competencia, si no lo está haciendo ya… Las dudas al respecto de cómo implementar estas herramientas dentro de la complejidad laboral y social actual solo retrasa lo inevitable. 

Para dar el siguiente paso necesitan construir una estructura técnica sólida que las ayude a sacar provecho de estas herramientas. Mañana sería tarde.

Estos perfiles provienen del espectro técnico del mundo laboral, no esperen que por sí mismos generen el nuevo Lo que el viento se llevó o la nueva Barbie. El nuevo ‘Señor de los Anillos’ lo creará un escritor, lo adaptará un guionista y lo rodará un actor. 

El porqué de esta huelga del sindicato de guionistas en Estados Unidos (WAG), a la que se ha unido recientemente el sindicato de actores y actrices (SAG-AFTRA), radica precisamente en la necesidad de preservar este núcleo creativo. Por desgracia existe el temor más que fundado de que estas herramientas se van a usar para ahorrar costes en forma de eliminación de puestos de trabajo, idea más bien poco realista de algún ejecutivo. 

En el fondo de todo reside la necesidad de regular y auditar las opacas cifras de visionado de los shows y películas de las plataformas. En las últimas décadas la mayor duración de los shows televisivos con temporadas de hasta 30 capítulos y los royalties sobre los mismos hacían posible cierta estabilidad laboral a un sector tan inestable como es el del entretenimiento. El streaming les ha privado de todo esto y aunque al principio el salvaje volumen de producciones lo tapaba todo, ha llegado el momento de afrontar la realidad laboral del sector.

En otras palabras, ¿quién se está beneficiando de estos cambios y cómo se están distribuyendo estos beneficios? Pero esto ya es otro tema…

Un arma de doble filo

 Los grandes estudios necesitan rodar más y más barato, y aunque estén tentados a recurrir a las IAs generativas para ahorrar costes, puede que estas mismas sean precisamente su mayor amenaza. El ahorro de costes en la producción de videos de alta calidad también es un aliado para los creadores más humildes y fuera del circuito de los grandes estudios. Este acceso democrático a acabados cinematográficos profesionales puede ser la puntilla de un audiovisual que aún no acaba de entender cómo están consumiendo las historias gran parte de las nuevas generaciones: TikTok, Youtube y videos cortos.

 Aún hay analistas sorprendidos de la enorme expansión que tiene Youtube como medio de consumo de contenidos audiovisuales, incluso cada vez más, directamente a través de CTV (Connected TV). No está de más recordar que cada día se suben aproximadamente 271.330 horas de video a la plataforma por parte de los propios usuarios, lo que nos habla de un ecosistema increíblemente vivo. Seguirán sin saber cómo vender su servicio Premium a los consumidores (no, señores de Youtube, no quiero una maldita prueba gratis de un mes, basta), pero tienen una muy sólida relación con el mundo de la publicidad y de los creadores, siendo enormes plataformas de monetización para estos últimos.

 Es la plataforma de los creadores que carecen de una, si además les das herramientas tan potentes como Runway-2 o Midjourney, estamos democratizando el acceso a la producción de video de alta calidad, sin depender de grandes presupuestos ni de grandes estudios y las historias llegan sin filtro comercial a los espectadores.

Esto no quiere decir que la nueva superproducción rompe taquillas se vaya a crear en un piso lleno de aspirantes a director de cine usando un ordenador doméstico, esto significa que la propiedad intelectual puede usarse como plataforma sobre la que se pueden generar sinergias entre los consumidores, creando una nueva fuente de ingresos que en un primer momento puede beneficiar a los mismos micro-creadores de contenidos.

 ‘IP como plataforma’ significa permitir y alentar a los creadores a ampliar su propiedad intelectual y seleccionar este contenido de fanáticos para los consumidores.

Esto puede sonar como una idea radical, pero el arte de los fanáticos es una parte inherente del negocio de la música y la industria de los juegos se ha construido mediante la comercialización de los comportamientos emergentes de los fanáticos”, afirmaba Doug Shapiro en su reciente IP as a platform.

El FanArt nos ha hecho posible disfrutar de películas imposibles como la versión de Star Wars de Wes Anderson o hacer realidad el reciente fenómeno viral que ha supuesto “Barbenheimer”, y eso que aún estamos escarbando la superficie de las posibilidades de estas herramientas… aunque aún tiene que superar sus problemas existenciales con la propiedad intelectual ajena.

Los futuros que ya conocemos

Los creadores e influencers han labrado su popularidad a través de videos cortos, reviews, emisiones en vivo… no a través de largometrajes, pero si la huelga en Estados Unidos persiste puede que se cree un gran agujero entre lo que las grandes plataformas pueden ofrecer nuevo y lo que el cliente demanda. Quién sabe, puede que los creadores o productores independientes fuera de los grandes circuitos tengan su momento dentro de unos meses.

Este es un futuro que ya nos podemos imaginar tomando como referencia la actual situación en el mundo de la música. Los creadores tienen un contacto mucho más directo con el consumidor a través ya no de sellos discográficos clásicos, sino de plataformas como Spotify o Tidal pero también Soundcloud o ReverbNation, que les permiten monetizar y gestionar su carrera directamente con el consumidor, incluso hacerle partícipe de la financiación de los discos a través de un crowdfunding.

Pero no todo son luces…

Recientemente El Confidencial publicaba unas declaraciones de Ainara LeGardon, música y asesora en materia de propiedad intelectual en LeGardon.net. «Ahora mismo Spotify está en una posición bastante incómoda, pero que la propia empresa ha generado. Spotify ha creado una masa de consumidores totalmente zombis, que oyen sin escuchar y sin saber (ni importarles ni siquiera) qué artista está sonando. El público pasivo es el mejor pasto para ser manipulado por la plataforma, y hacia ese escenario es hacia donde nos dirigimos», declaraba en relación a la irrupción de las IAs generativas en el campo de la música y a la posibilidad de que esta masa de público sin demasiadas exigencias acabe por destruir la propiedad intelectual de los creadores reales humanos.

Los creadores como epicentro de la revolución

No nos compliquemos: empoderar a las mentes más creativas con herramientas potentes nunca podría ser malo, lo que no nos podemos permitir es construir este nuevo ecosistema apoyándose únicamente en las capacidades miméticas de unos algoritmos que carecen de la posibilidad de entender los mecanismos de la emoción humana. 

Poco a poco, los canales de distribución habituales se están llenando de comerciantes de arte al peso que ya no se dedican al noble arte de la cinematografía. Si estos no miman a los creadores, que son el alma de las historias, estos últimos encontrarán otras maneras de hacer llegar al público su voz.

Ya nadie escribe cartas, pero la gente sigue recibiendo mensajes de amor… aunque ya no es el clásico cartero quién te los dé.

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