Esta distinción de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas ha sido creada para reconocer a productores destacados del cine español. El primer destinatario va a ser Andrés Santana y lo recibirá el próximo 25 de septiembre, en el marco del Festival de San Sebastián.
“El productor no se limita a aportar el dinero necesario para hacer una película. Con los profesionales adecuados que puedan transmitir sueños, emociones, sentimientos y realidades dentro del contexto de cada historia, creamos las películas que respaldamos. Nuestro trabajo es convertir los sueños en realidad”, indica Andrés Santana.
Santana es un productor que se entrega a los proyectos: “Unas salen mejor y otras peor, pero en cada una lo doy todo. Hasta que no tengo entre manos una historia que de verdad que me llene, que como espectador sé que me va a emocionar o interesar, no la llevo a cabo. Nunca he hecho, ni haré, una película en la que no crea”.
Andrés Santana empezó como director de producción desde 1969 en cerca de 100 películas (Bajarse al moro, El sueño de Tánger, El viaje a ninguna parte, Laberinto de pasiones, Los santos inocentes, El vuelo de la paloma, Mambrú se fue a la guerra, Yo soy esa, El mar y el tiempo, La fuga de Segovia y Ópera prima).
Este profesional canario ha rodado con directores de primer nivel como Imanol Uribe (El rey pasmado, Días contados, El viaje de Carol y Plenilunio), Montxo Armendáriz (Secretos del corazón), Manuel Gutiérrez Aragón (Visionarios) e Isabel Coixet (Nadie quiere la noche), y también está detrás de los documentales dirigidos por Diego Galán (Pablo G. del Amo, un montador de ilusiones), Ricardo Franco (Después de tantos años) y Sigfrid Monleón (Ciudadano Negrín, El último truco. Emilio Ruiz del Río y Mario Camus según el cine).
Como director de producción, ha obtenido el Goya en tres ocasiones por El rey pasmado, Blackthorn y Nadie quiere la noche, y como productor lo consiguió por Días contados. Fue vicepresidente de la Academia de Cine cuando Aitana Sánchez-Gijón era la presidenta
Elías Querejeta era un espejo en el que mirarse para él. “En los 70 era el único productor que se desmarcaba de la tendencia dominante en este país, con un cine arriesgado, de autor, cercano al europeo o al japonés que a mí tanto me gustaba. Admiro enormemente el valor con el que ha seguido definiendo su línea de producción hasta hoy, sin desviarse de ella. Siempre he admirado en el cine de Elías su apuesta por la calidad y la vanguardia», apuntaba en su biografía ‘El vuelo de la cometa’