Ya en el Pequeño Cine Estudio ‘La pasión de Kierkegaard’, homenaje de Rafael Gordon al filósofo danés

2 octubre, 2023

Una crítica al mundo cibernético y a la sociedad actual. La pasión de Kierkegaard es una película que critica la conciencia colectiva a la que nos empujan las redes sociales y cómo el individuo pierde cada vez más su autonomía. Después de su paso por un buen número de festivales, su estreno en España se produjo el 29 de septiembre en el Pequeño Cine Estudio (Madrid).

La fotografía para el cartel oficial de La pasión de Kierkegaard ha sido realizada por la reconocida artista española Ouka Leele.

Rafael Gordon se ha sumergido en la obra de Soren Kierkegaard, en su tiempo y en su cabeza, en sus deseos, identidad y todas y cada una de sus palabras. Este viaje en profundidad ha dado lugar a La Pasión de Kierkegaard, una película donde Víctor Rivas debate con la figura danesa más trascendente de todos los tiempos en un debate reflexivo sobre el día a día al que se enfrenta nuestra sociedad actual.

El director, Rafael Gordon, estudió en la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático) en Madrid, tras lo cual fundó su propia productora en 1968. Su primera película fue a los veinte años y ya dejó clara la línea artística que seguiría Gordon con su título, Angustius Vital. En esta película, su protagonista busca el sentido de la existencia. Lleva más de 50 años contando historias en formato de cine independiente y también ha escrito, dirigido y producido obras de teatro y cine convencional, aunque siempre poniendo el énfasis sobre la figura de la mujer, personajes históricos y sobre todo en el ser humano, al que enfrenta constantemente al universo y la sociedad.

Sinopsis

Hoy el individuo carece de autonomía propia. Somos células parasitas de un cerebro cibernético formado por las redes sociales. No decidimos por nosotros mismos, dependemos en realidad, de una conciencia colectiva. Alfredo (Víctor Rivas) debate su ansia de vida con Soren Kierkegaard, el filósofo de la realidad humana. Escucharlos debatir es una necesidad tan útil como pensar. Ver a Kierkegaard llorar nos hace lamentar la razón, de que urbanitas como nosotros, no aprendiéramos a llorar.

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