A menudo me encuentro con alguien que me pregunta cómo está el negocio en España. Yo le contesto que no es fácil de explicar, que necesitaré por lo menos media hora. Si mi demandante y yo estamos de acuerdo en invertir ese tiempo, nos ponemos a ello. Por Antonio Carballo
Espero que con esto que escribo ya no tenga que explicarlo más… durante algún tiempo. Porque nuestra industria responde muy bien al concepto de ‘mobilis in mobile’ y todo puede cambiar de la noche a la mañana.
¿Por qué de la noche a la mañana? Porque en España todo el sector que engloba la Cultura, la Información y la Comunicación depende en grado extremo de las decisiones y la gestión de los políticos. Nada raro, me dirán. Eso es así en toda la UE.
Quizá no tanto. Porque en los otros tres grandes países de la UE, la industria al completo está bien organizada y sus opiniones son tenidas en cuenta por sus respectivos políticos nacionales.
Tengo que empezar explicando que alrededor de la industria audiovisual se ha creado un halo de euforia en nuestro país porque el Presidente del Gobierno y su gabinete decidieron aplicar a este sector un paquete de 1.603 millones de euros en ayudas de diversa índole a fin de convertirnos en el HUB AUDIOVISUAL DE EUROPA. Ese dinero está saliendo de los Fondos Europeos para la Recuperación, aprobados en el Consejo de Europa para compensar los perjuicios ocasionados por la pandemia.
Hasta aquí, bastante bien…
El problema surge cuando el Gobierno diseña las líneas maestras de esta recuperación y decide que el reparto de las ayudas debe girar exclusivamente sobre tres ejes: ECOLOGÍA, IGUALDAD y DIGITALIZACIÓN.
Pero no olvidemos que los 160.000 millones de euros concedidos a España (de los cuales 1.603 para el audiovisual) están destinadas a paliar los efectos devastadores de la pandemia.
¿Dinero para que las empresas puedan afrontar las deudas contraídas durante la pandemia y el confinamiento obligatorio? Sólo una mínima ayuda (el KIT DIGITAL) que casi ninguna PYME está pidiendo por su complejidad y su escasez. O sea, nada.
Y en el caso que nos ocupa, el audiovisual. ¿Cómo se meten esos 1.603 millones dentro de un contenedor tan estrecho? ¿Ecología? ¿Igualdad? ¿Digitalización? Si el audiovisual no contamina precisamente por estar ya digitalizado en toda su cadena de valor y, además, es uno de los sectores donde más empleo femenino existe…
Muy fácil: la picaresca española es capaz de crear en un año y medio más de mil proyectos con una de las TRES PALABRAS MÁGICAS repetidas varias veces a lo largo de su redacción con tal de obtener las deseadas ayudas. De esta manera, a base de ingenio, unos cientos de empresas españolas están saliendo adelante. Pero ni así era posible repartir los 1.603 millones destinados al audiovisual.
Tuvo que ser la ministra Calviño quien, después de leer un estudio donde se relacionaba el Cine con el Turismo (el Turismo, nuestra gran industria nacional), pusiera en marcha la idea del HUB. Aquí la ministra tuvo el valor de saltarse a la torera los tres ejes marcados por su propio gobierno. Y el Presidente la aceptó y la hizo suya porque el objetivo era muy goloso: se trataba de convertir a todo nuestro territorio en un plató de rodajes para producciones extranjeras. Se crearía mucho trabajo, aunque se tratase sólo de prestación de servicios y la riqueza producida terminase fuera del país. Pero la visión de nuestros políticos siempre ha sido cortoplacista y aquí se trataba de reducir, aunque fuese transitoriamente, el número de desempleados.
Hasta aquí, la panorámica general de nuestra industria, donde las producciones españolas y las coproducciones con Hispanoamérica han de realizarse con presupuestos muy pequeños. Poco atractivas para el mercado. Muchas no llegan ni siquiera a estrenarse.
Ahora ya puedo dar la respuesta a la pregunta inicial: el negocio en España va muy bien para los que se dedican a la gran producción extranjera y mal para los demás. En el HUB no hay sitio para elementos tan esenciales como la producción independiente, los distribuidores españoles, los exhibidores o la publicidad en los medios locales de comunicación.
Desgraciadamente, lo más probable es que al finalizar 2025, cuando se hayan agotado los famosos 1.603 millones, regresemos a la casilla de partida y volvamos a estar todos igual de mal, como antes de la llegada de la ayuda europea.
Es lo que tiene carecer de una plataforma empresarial común y depender tanto de los políticos.