Aunque para muchos sigue siendo una gran desconocida, la Integrated Systems Europe (ISE) de este año ha roto su propio récord, reuniendo en el recinto de la Fira de Barcelona a más de 70.000 apasionados de la tecnología en busca de nuevas soluciones tecnológicas para todo tipo de negocios audiovisuales, incluido el cine. Por Juan García
Al cuello y sin anestesia. Si el mundo de la gran pantalla pretende seguir siendo el estándar de calidad de referencia para el resto del mundo audiovisual, no puede seguir ignorando eventos como la ISE. Aunque cada vez son más los empresarios y empresas del cine que participan en este evento, aún parecen ser pocos. Incluso muchas de las empresas que exponen sus soluciones audiovisuales allí dejan en casa a sus departamentos más en contacto con el mundo del cine, ya que no consideran que sea un evento centrado en ese ámbito. Maldita sea, si no es un evento del mundo del cine, ¿qué demonios hacíamos nosotros allí?
CineEurope, toma nota
El tren de la tecnología no espera a nadie, eso es de sobra sabido, especialmente por aquellos que han rechazado las nuevas tendencias, que ahora son estándares en la industria y, sobre todo, para el consumidor. En última instancia, estas tendencias han servido de paso fúnebre para muchos negocios que cerraron precisamente por dejar de ser excitantes para el público.
Disculpad el arranque tan melodramático, pero es la sensación que queda cuando se ve sistemáticamente cómo el mundo de la exhibición pierde cada día la oportunidad de ser diferencial para el cliente. El HDR, el HFR o el 4K ya no son novedades en el entretenimiento doméstico, pero siguen sin ser la norma en proyecciones que aún se aferran a los 24 fotogramas por segundo.
En el mundo del cine las únicas mejoras que han conquistado sus corazones audiovisuales son las butacas reclinables. Estas a su vez han conquistado CineEurope, y no son pocos los que la llaman la feria de las butacas reclinables (que nos encantan, no se me malinterprete). Cada vez es más difícil encontrar ideas emocionantes o, al menos, a la altura de lo que se presenta año tras año en la ISE. Las aplicaciones para el retail puro y duro justificarían por sí mismas que todos los empresarios de cine de Europa estuvieran haciendo cola días antes a las puertas de la Fira de Barcelona.
Sorprende la poca representación que tienen las soluciones audiovisuales para el retail en la feria de CineEurope, incluso por parte de empresas que destacan en ello en sus stands durante la ISE. ¿Deben entrar con fuerza otros jugadores en las ferias de la exhibición para remover el avispero?
El reto que Dolby y Avatar superaron con éxito
El público insiste en que una pantalla de 4.7 pulgadas es más que suficiente para disfrutar del 90% de sus entretenimientos audiovisuales, y que la innovación más interesante que pueden encontrar en una sala de cine es una butaca reclinable. Esto debería permitir a la gran pantalla ser un faro de calidad en el mundo audiovisual gracias a proyectores láser, pantallas LED y sistemas de sonido inmersivos. Sin embargo, el problema no es serlo, el problema es: ¿cómo se lo comunicamos a los clientes? ¿Cómo captamos su atención y les hacemos entender la tecnología que se les ofrece?
Dolby y James Cameron con Avatar han superado con éxito este reto. Dolby es sinónimo de sonido de cine, su marca avala muchos televisores de gama alta y media con ventajas muy superiores a otros dispositivos que no usan su tecnología. Puede que el consumidor no entienda exactamente qué está comprando, pero no le importa pagar un poco más por esa calidad adicional.
Avatar por sí sola ha logrado que los sistemas 3D de todos los cines trabajen casi exclusivamente para ella, revitalizando esta tecnología con cada uno de sus estrenos. Además, consiguió algo hasta entonces inaudito: que Avatar: El sentido del agua se masterizara en cientos de formatos para cubrir las necesidades de todas las pantallas del mundo. En HFR, en 2D, en 3D, en CINITY, en ATMOS, en D-BOX, y todos ellos adaptados a diferentes calidades de luz en pantalla (3.5fl, 7fl o 15fl).
El cuello de botella está en manos de las propias distribuidoras y de la normativa DCI, que define las reglas de seguridad, formatos y especificaciones de las películas y equipos de proyección. Deben dar este salto de calidad y elevar lo que debería ser el mínimo de calidad para exhibir cualquier día, en cualquier pantalla de cualquier cine en cualquier parte del mundo una película. Se ha de dar el salto para apoyar a las empresas que sí apuestan por una tecnología de proyección que se está infraexplotando con unos masters que no aprovechan todas las posibilidades de sus proyectores.
¿Cuándo tendremos un sistema generalizado de evaluación de la calidad de proyección de los cines por parte de terceras empresas? ¿No tendría sentido un sistema de calificación como el de los hoteles para atraer a los clientes basado en una calidad de proyección y servicios que puedan entender fácilmente?
¿Por qué lo llaman Home Cinema cuando lo que quieren decir es Entertainment System?
La presencia de la gran pantalla en la ISE, a pesar de ser invisible, era omnipresente. Muchos lanzaban desde sus stands hacia los concurridos pasillos el anzuelo de la «experiencia cinematográfica» para intentar captar la atención y, a ser posible, cerrar buenos negocios. Esto siempre me hace pensar: ¿Realmente cuánta gente puede permitirse tener un cine en casa?
Un Home Cinema no tiene tanto que ver con lo buena que sea la televisión o la barra de sonido que compres, sino con el uso que le das al lugar donde lo instalas. Una sala de cine, por definición, es una habitación donde todos los asientos están orientados hacia una pantalla que acapara toda la atención del espectador, con la menor cantidad de distracciones posibles (que no sean por razones de seguridad). La disposición de los asientos e incluso los materiales están especialmente pensados para esto, toda la estancia está diseñada en función de esta experiencia.
El sistema de sonido «mínimo» debería ser un 5.1, lo que hace que el sonido de tu TV, incluso si pagaste 100€ más por tener Dolby Atmos, quede completamente en ridículo. Por lo tanto, la gran mayoría de nosotros poseemos sistemas de entretenimiento que se adaptan a nuestras preferencias en cada momento. Ya sea para ver una película, una serie durante la cena, jugar a la consola o incluso practicar Zumba colocando una esterilla entre el sofá y la tele, son solo ejemplos de los múltiples usos que le damos a nuestros lugares de entretenimiento audiovisual. Sin embargo, no son cines ni siquiera home cinemas, lo siento. Es por eso que cuando volvemos al cine, entramos en una sala y disfrutamos de una buena proyección, hacemos frente a la realidad y decimos: «¡Ostras, es verdad, era esto!».
La marca «Cine» está de moda y se sigue utilizando para vender productos premium. Pero esta tendencia también funciona al revés, ya que grandes marcas se dirigirán a los cines para aprovechar el prestigio que les otorga estar detrás de las soluciones tecnológicas de la gran pantalla. Poco a poco, veremos una mayor presencia de estas marcas en CineEurope, contribuyendo a revitalizar una feria que parece estar perdiendo fuerza año tras año.
Aquellos empresarios, integradores y trabajadores de las grandes salas que estuvieron en el ISE se han adelantado a ese inevitable momento.
