Nunca antes los astros, y no los de cine, se confabularon para evitar la aprobación de la Ley del Cine promovida por el anterior ministro Miquel Iceta, una ley que afectará por mucho tiempo a la industria audiovisual. Estamos ante una nueva oportunidad y con un nuevo ministro de Cultura, Ernest Urtasun. Aprovechémosla. Por Jordi Carbonell
En diciembre de 2022 escribí una artículo en cineytelePRO.com titulado: “Nueva ley del cine, productores pseudo-independientes” donde criticaba a las asociaciones de productores por encallarse en la lucha por cambiar la definición de productores independientes (ya que según ellos se abría la puerta a las productoras dependientes de plataformas o TV, cuando ésta nunca estuvo cerrada) y que después de esa lucha casi “titánica” consiguieron cambiar la palabra “DICHO” por la palabra “UN” sin exigir que una productora independiente no pueda estar participada por ninguna TV o plataforma, ni con un 1% ni con un 20%, que es el tope actual para dejar ser considerada independiente a efectos legales.
También espero que no caigan en el error de, por querer mejorar los instrumentos de financiación e incentivos fiscales, perjudiquen los existentes como son las AIE (Agrupaciones de Interés Económico) que en palabras del productor americano Matt Damon: “son un arma de financiación masiva, a la que la mayoría de productoras españolas no le saben sacar todo su potencial”, lo digo porque algunas asociaciones como la PAP a través de su abogado Francisco Menéndez dicen que: “no son lo más sencillo para financiar una producción audiovisual. Implican montar una sociedad mal y unos gastos de gestión bastante altos” Lo que obvia, es que la AIE protege la inversión hecha a través de la iniciativa privada, desde el minuto uno fiscalizando y auditando cada euro invertido, y que es lo lógico cuando hablamos de inversiones millonarias, además de garantizar la viabilidad de la producción y facilitar un posible éxito comercial, cosa que en la actualidad no sucede con el 80% de la producción española. El querer sustituirlo por “El Contrato de Financiación” demuestra un desconocimiento profundo sobre la producción y lanzamiento de una película, lo que hace inviable esa sustitución. La incorporación del Contrato de Financiación a la producción audiovisual nunca podrá llegar a ser la vía de financiación principal, pero si la combinamos con las AIE se convierte en un socio capital para el buen fin de la producción.
También espero que la nueva ley ponga fin a la máxima de que los productores somos los tontos útiles de la industria, en referencia a nuestra relación comercial con distribuidoras, PVOD’s y TV’s. Y podamos tener un mayor control sobre nuestro producto, no como ahora que nosotros “pagamos la fiesta pero la disfrutan otros” consolidando un modelo que precariza a las productoras. El no tener una buena distribución penaliza las producciones, y los contratos de las PVOD y las TV despojan a las productoras de los derechos de propiedad intelectual… en el mejor de los casos, les obligan a renunciar a los ingresos de explotación de por vida, para poder financiar una película que, ¡oh sorpresa! se cobra en varios vencimientos anuales, convirtiendo al productor en financiador y poniéndolo en la disyuntiva de esperar a los vencimientos, o que haga un arrendamiento financiero (leasing, factoring, póliza de crédito,etc.) con el consiguiente coste a su cargo. Si a eso les sumamos que no tenemos ningún ingreso de explotación ni beneficio industrial hemos hecho el negocio de Roberto las Cabras.
También me gustaría que quedase regulado el derecho de poder cobrar un canon para el productor por el consumo de palomitas y bebidas en las salas de cine. Un dato: el año 2023 las salas de cine facturaron en consumiciones (palomitas, bebidas, chuches) más que en entradas de cine gracias al cine español. Los productores también tendríamos que beneficiarnos por esa explotación extra de nuestras películas.
También me gustaría que la nueva ley recogiera no solo el destinar un 35% de las subvenciones y ayudas públicas a fomentar la presencia de la mujer, sino también al edadismo, con ayudas a la contratación de mayores de 50 que son, somos, hombres y mujeres, los grandes damnificados del mundo laboral también en nuestra industria.
En definitiva me gustaría una ley que defendiera al productor independiente frente a las productoras dependientes; potenciara los instrumentos financieros y de incentivos fiscales para poder competir en igualdad de condiciones con el resto de los actores de la cadena; poder recibir ayudas directas para la distribución y promoción internacional por el solo hecho de haber hecho y estrenado una película. Todo esto redundaría en la mejora de la competitividad de nuestro cine al poder confeccionar presupuestos mucho más ambiciosos y unos estrenos a la altura de dichas mejoras.
Esperemos que esta vez no se cumpla una de las máximas del mundo del cine: SEGUNDAS PARTES NUNCA FUERON BUENAS.