Reproducimos a continuación el análisis de Pilar Sánchez-Bleda, especialista en Audiovisual & Propiedad Intelectual, a propósito del impacto de la Inteligencia Artificial en la industria audiovisual y del conflicto entre el entrenamiento de los algoritmos y los derechos de autor
«Para arrojar luz a los múltiples desafíos de la IA en el audiovisual, la Academia de Televisión y de las Ciencias y las Artes del Audiovisual, de la cual tengo en honor de ser miembro, y Madrid Film Office la oficina del audiovisual del Ayuntamiento de Madrid, reunieron la semana pasada al sector en las III Jornadas sobre Inteligencia Artificial en el Audiovisual.
Es un hecho que la IA está teniendo un efecto transversal en múltiples sectores de nuestra sociedad y a nivel mundial. Aunque el origen de la IA moderna se remonta a 1936, lo cierto es que su democratización llegó a la sociedad de la mano de ChatGPT
Por supuesto, la industria audiovisual tampoco se libra de las garras de la IA. Pero ¿Cómo impacta exactamente? ¿Debemos abrazarla?
La realidad es que, desde hace tiempo, la IA (llamada inicialmente “algoritmos”) se ha venido utilizando en la industria audiovisual, tanto en animación (3D) como en la fase de postproducción de las obras (luminosidad, borrado, ralentizaciones, etc.), pero siempre contemplada como una herramienta de ayuda para evitar procesos tediosos y dotar de mayor rentabilidad a los procesos.
Actualmente, uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la industria audiovisual es la IAGenerativa de contenidos (imágenes, vídeos, textos, voz, etc.). ¿Por qué? Las aplicaciones de IA han sido entrenadas con múltiples contenidos, incluidos aquellos que están protegidos por derechos de autor.
El problema llega cuando no se solicita a los autores la autorización necesaria para usar sus contenidos en ese entrenamiento. La realidad es que el output que obtenemos no garantiza el respeto a los derechos de propiedad intelectual o industrial de terceros. Por tanto, ante esa incertidumbre (que no resuelve la nueva regulación) se debería optar por poner en la balanza la ética junto a modelos de gobernanza que protejan los derechos autorales«.
Pilar Sánchez-Bleda