CineyTele PRO entrevista al director de Contubernio S. L., Alberto Caballero.
Fundada en 2013 para hacerse cargo de la serie La que se avecina, de Mediaset España, Contubernio es una productora audiovisual dirigida por los hermanos Alberto y Laura Caballero, quienes han sido pioneros a la hora de transformar su oficio de guionistas en showrunners, y de showrunners en productores, y viceversa. Entre sus últimas creaciones están El pueblo (Telecinco, Amazon Prime), Machos Alfa (Netflix) y Muertos S. L.
Cine&Tele PRO: ¿Cuáles son vuestros proyectos más inminentes, y los próximos en emisión?
Alberto Caballero: Desde hace varias semanas estamos grabando la tercera temporada de Machos Alfa, en abril reanudamos La que se avecina, en su 15ª temporada y nos encontramos en la fase de postproducción de la segunda temporada de Muertos S. L., que aunque aún no se emitido, ya tiene previsto el rodaje de una tercera temporada en septiembre. Así que el 2024 lo tenemos apañado.
Después de producir para Mediaset, ahora estáis creando series para Netflix y Movistar+ (Machos Alfa, Muertos S.L.) ¿Qué diferencias y similitudes existen en trabajar para televisiones en línea y hacerlo para plataformas?
El proceso creativo es muy similar, si obviamos la duración de los formatos, claro, que también influye mucho en la complejidad de la estructura argumental, en los tiempos -más sencillos en las plataformas-. Pero después todo cambia, desde el público al que va dirigido, el formato de emisión, las fórmulas de financiación… Las plataformas han nacido adaptadas para producir y distribuir ficción, mientras que en la televisión lineal, las productoras de ficción somos una pata más dentro de un conjunto que incluye la información, el entretenimiento, los directos. Las plataformas son un canal más específico destinado al consumo de ficción por parte del espectador, cuándo quiera, cómo quiera y, generalmente, sin anuncios.
Como rasgo diferencial, has mencionado las fuentes de financiación…
Sí, aunque en ambos casos, tanto la televisión como la plataforma se convierten en productores y por lo tanto en propietarios del formato, en la televisión lineal la serie la tienes que financiar tú como proveedor de contenidos (es una subcontrata en la que tienes que asumir toda la carga financiera hasta que entregas el producto y te lo pagan), mientras que en las plataformas hay un sistema de financiación progresivo, mediante el cual se te va financiando el proyecto mientras lo estás produciendo, por lo que los costes financieros los asume la plataforma.
¿Y en cuánto al reparto de la propiedad intelectual?
Actualmente se está dando una evolución hacia poder compartir las propiedades intelectuales, más tipo cine, pero históricamente esto nunca ha sido así y el 100% de los derechos de explotación de la propiedad intelectual eran cedidos. Lo que sí se alcanzan son acuerdos económicos, por ventas internacionales, por ejemplo (en el caso de ser un producto de una televisión nacional), por adaptaciones, etc.; y con las plataformas ocurre un poco lo mismo. Pero lo que es la propiedad del formato, sigue siendo de la plataforma o del canal de televisión por defecto.
Para productoras exitosas, como la vuestra, esto debe ser una faena…
Bueno, tienes la ventaja de que el fracaso lo asume el canal o la plataforma; pero cuando llega el éxito es difícil establecer una proporcionalidad, si acaso mediante un sistema de incentivos o de bonus, aunque es difícil que se dé una equivalencia real entre la rentabilidad de un formato para la cadena y cuánto le llega a la productora o a los creadores por ello.
¿Cómo os ha afectado la entrada de las plataformas en el mercado televisivo?
Muy positivamente, yo creo, en el sentido de que hemos podido descubrir otro mundo de luz y color más en sintonía a los proyectos que te apetecía hacer, a la proyección internacional (sin estar esperando a la distribución por países respectiva). Con Netflix, por ejemplo, la distribución es masiva e inmediata. Y lo más importante en términos de industria es que se han incrementado exponencialmente las posibilidades de negocio (en España se ha pasado de producir 30 a producir 70 series al año, por improvisarte un número). Y al haber más trabajo, los profesionales van optimizando su rendimiento, lo que se traduce en mejores series desde el punto de vista técnico y creativo también.
¿No eres demasiado optimista al respecto?
En absoluto. Yo creo que la entrada de las plataformas en nuestra industria -de la producción televisiva- ha sido un soplo de aire fresco para un sector prácticamente copado por un duopolio que operaba en unas pocas horas del prime time. Realmente, ahora ya no tienes que competir con nadie por las franjas privilegiadas de emisión. Solo compites contra ti mismo, que es otra gran ventaja. En Contubernio, apenas llevamos desde el 2022 produciendo para plataformas, y hasta el momento todo son ventajas, empezando por las presupuestarias, que te permiten trabajar mejor las localizaciones, las figuraciones, etc.. El respeto que tienen por el producto (y la promoción que hacen del mismo) también supone un salto cualitativo, con respecto a cómo se hacía anteriormente, en algunos casos.
Tu hermana Laura y tú habéis sido creadores (y lo seguís siendo) antes que productores. Esta es una fórmula un poco heredada de los showrunners de la televisión norteamericana. Supongo que para un creador es un paso necesario si quieres tener algún día cierto control sobre lo que haces…
Creo que nosotros hemos seguido el proceso natural que empieza cuando tu escribes algo y luego empiezas a dirigir para protegerlo. Después, te encargas de hacer la producción ejecutiva para proteger lo que escribes y diriges y cuando ya te das cuenta de que sigues teniendo problemas o diferencias en la manera de encarar cada proyecto, es entonces cuando te lanzas a levantar tu propia productora. Es verdad que hace 20 años apenas existían en España guionistas que hicieran productoras o cadenas que encargaran sus nuevas producciones a los propios guionistas. Pero como poco a poco también aquí se dieron cuenta de que había más garantía de éxito cuando el proyecto era trabajado por determinado autor o showrunner, entonces en España también se adoptó la fórmula norteamericana de que el showrunner fuese el creador de la serie, y se le empezó a buscar por parte de las plataformas y las cadenas. Y cuando el showrunner se interesa no solo por la parcela creativa, sino también por la económica, no le queda más remedio que producir.
Entonces, ¿este modelo se está imponiendo también en la ficción televisiva española?
Actualmente, las productoras que están haciendo las series de más calidad o de más éxito son aquellas que cuentan con esta estructura de showrunners que han seguido su propio camino, como por ejemplo Bambú, Alea Media, Vancouver, y no solo te estoy hablando de empresas, sino también de creadores como Carlos Montero o Javier Olivares, cuya manera de hacer ha trascendido. Y si antes te peleabas con una persona física que era el productor, ahora la pelea se produce en el interior de uno mismo, entre tu parte creativa y la parte de gestor, o de productor, que empiezas a asumir.
Alguna de esas productoras que citas (como Bambú, participada por StudioCanal), se han integrado en grupos con más músculo, e influencia internacional. No es el caso de Contubernio, ¿a qué es debido?
Sí que hemos recibido ofertas de grupos audiovisuales, nacionales y europeos, para adquirir una participación representativa de la empresa, pero hemos preferido mantener nuestro sello, nuestra dimensión y nuestra autoría. Aunque por mantenerse independientes también se paga un precio, no cabe duda.
A lo largo de la historia de Contubernio, ¿cuál ha sido el éxito del que te sientes más orgulloso?, ¿y el fracaso que más te ha dolido?
Paradójicamente, La que se avecina -estrenada en Telecinco en 2007- ha sido la que más nos ha enseñado. Se partía del éxito rotundo de Aquí no hay quien viva, y el cambiar de cadena para hacer otra comunidad de vecinos nos hizo que, sin querer, pudiésemos analizar los resortes del éxito de aquel formato. La que se avecina fue además la serie que nos permitió dar el salto a la producción. Y más recientemente, te hablaría de Machos Alfa, porque fue la primera serie que hacíamos para una plataforma (en este caso Netflix)
Fracasos como tales no hemos sufrido (y toco madera), pero sí que me da rabia no haber sabido gestionar un acuerdo para continuar con la producción de El pueblo, tras sus cuatro temporadas (primero en Telecinco y luego en Prime Video, donde se ha mantenido muchas semanas en el ranking de las diez series más vistas) y la legión de fans que la seguía.