Reproducimos el último editorial de Peter Andermatt, director de la Oficina MEDIA España, en el que reflexiona sobre el Festival de Cannes, las películas premiadas y las conferencias y paneles del Marché du Film.
El Festival de Cannes pasó y dejó una impresión positiva, en varios sentidos. Primero, las películas. Hubo muy buen cine, para todos los gustos. Quizás no sea una anomalía, tratándose del festival de cine más importante del mundo, pero en Cannes se han visto cosechas peores que la de este año. La Palma de Oro se la llevó ANORA, una película norteamericana de Sean Baker que es a la vez entretenida y profunda. Imagino que se convertirá en una Palma muy taquillera, porque va a conectar bien con todo tipo de audiencias. Se trata de una historia muy clásica (el jurado le atribuyó similitudes con pelis de Lubitsch y Hawks, sin ir más lejos…), pero contada brillantemente, muy cinematográfica. Curiosamente, la trama se nos podría haber ocurrido perfectamente a nosotros en España y la podríamos haber rodado en nuestro país, sin problemas: En Nueva York, una joven escort con mucho carácter tiene una relación con el hijo de un oligarca ruso, que padece una variante aguda del síndrome de Peter Pan y dispone de recursos ilimitados. Juntos se enredan a lo grande e incluso acaban casándose en Las Vegas, lo cual le supone un disgusto monumental a la madre del joven, que toma cartas en el asunto. A continuación, un choque de intereses lleva a un clímax y un desenlace quizás no del todo sorprendente, pero sí emotivo. Gran cine, más comercial que autoral, pero nada superficial. No sabemos cuál fue el presupuesto de ANORA, pero tampoco creo que fuera muy cara comparada con otras producciones norteamericanas.
Una película memorable y más que notable es el musical EMILIA PÉREZ, del cineasta francés Jacques Audiard. Su belleza y eficacia dramática son dos cosas. Lo que resulta extraordinario es que un francés dirija un musical mexicano, rodado casi al cien por cien en plató en París y en castellano, un idioma que no habla ni entiende. Además, da uno de los papeles principales a Selena Gómez que no habla español, y que tuvo que aprender sus diálogos memorizándolos fonéticamente. EMILIA PÉREZ no se parece a ninguna otra del mismo director, lo que hace que Audiard sea uno de los cineastas europeos más versátiles y dados al riesgo. El coste de la película fue de 25 millones de euros. El fenómeno griego Yorgos Lanthimos tampoco defraudó, regalándonos KINDS OF KINDNESS, coproducción entre el Reino Unido y USA, que es otra prueba de la fascinante locura de este contador de historias improbables. Podemos decir que fueron 15 millones de euros bien invertidos, y que el premio al mejor actor para Jesse Plemons es merecido. Solamente he visto estas tres películas, que en su conjunto me han reconciliado con el cine, después de haber visto otras obras, quizás no tan brillantes (ni tan caras), en los últimos meses.
En paralelo al festival se celebró el Marché International du Film (MIF), donde MEDIA tenía su stand, que era la base de operaciones de profesionales de casi 200 empresas de producción y distribución europeas. Si os parece mucho, debo recordaros que el MIF en su totalidad es muy grande. Hubo 15.000 acreditados de más de 140 países, a los que hay que añadir unos 5.000 periodistas. Durante el mercado se organizaron 1.200 pases de películas en 33 salas de cine distintas, solamente en el MIF, sin contar los pases del festival. Hubo 500 expositores con sus propios stands y sus pequeñas salas de proyecciones y más 60 pabellones como el nuestro. También 300 agencias de ventas internacionales ofrecían sus catálogos a los compradores. Se celebraron 250 eventos de industria, aparte de 80 conferencias sobre diversos temas. Dada la magnitud de todo esto, más las comidas, los cócteles y las cenas de trabajo, no es sorprendente que uno/a acabe sin tener tiempo de ver películas. Por cierto, entre el festival y el mercado se podían ver más de 3.000 títulos, 200 de ellos compitiendo en alguna sección y 16 de ellos, por ahora, con apoyo del Programa MEDIA.
Las conferencias del Observatorio Europeo del Audiovisual estaban bien concurridas. Ya hemos hablado de los temas tratados en el último editorial. La presentación del Nostradamus Report nos reafirmó en muchas de nuestras convicciones, ofreciendo buenas ideas para reflexionar sobre ellas. Recomiendo mucho la lectura de este informe, porque realmente arroja luz sobre lo que está pasando y va a pasar en nuestro sector. Incluso nos aporta cierta esperanza con respecto al futuro, que algunos ven demasiado negro. Hubo muchos eventos y conversaciones alrededor de la inteligencia artificial y lo digital en general. En muy resumidas cuentas, se constató que la IA supone una nueva herramienta de trabajo que tenemos que adoptar y dominar. Nadie parecía temer que la IA nos vaya a dominar a nosotros. Ni siquiera la película EL ÚLTIMO GUIONISTA, escrita enteramente por una IA, podía sugerir que íbamos acabar todos en el paro. Dicen que el guion de esta película es sorprendentemente bueno, pero yo tengo mis dudas. Si alguien lo quiere investigar más a fondo, puede buscar un artículo sobre THE LAST SCREENWRITER en Screen International.
Todos estos números de Cannes son impresionantes. Y estamos hablando solamente de uno de los muchos miles de festivales y mercados de cine que existen en el planeta. Lo que en Cannes también se dijo, pero no en voz muy alta, es que no debemos de subestimar a otro sector del entretenimiento, nuestro competidor más grande, el de los videojuegos. Ya sabemos que el tiempo es oro, y más desde el punto de vista de todos los proveedores de contenido, sea de cine, literatura, música o videojuegos. Entre ellos, todos estos sectores compiten por nuestro tiempo. Lo cual me hace recordar que una vez un tal Ted Sarandos dijo que el enemigo número uno de Netflix es el sueño, o sea nuestra necesidad de dormir.
En todo caso, creo que muchos se equivocan al subestimar el verdadero poderío de los videojuegos. En 2023, el sector de los videojuegos mundial generó un valor de 184 mil millones de euros. Es más que toda la industria de la música (29 mil millones) y la industria del cine y el Home Entertainment (105 mil millones) juntos. Los analistas estiman que a nivel mundial hay más de tres mil millones de jugadores. También se estima que de los hombres jóvenes son el 90% de los que juegan de manera frecuente, en el caso de las mujeres jóvenes serían dos tercios. O sea, que los jugadores de videojuegos son la regla, no la excepción. Estamos ante un sector que va creciendo y mucho, un 8,76% de aquí al 2027, según los científicos del ETH de Zürich. La empresa de videojuegos más grande del mundo es china, Tencent. Se trata de un holding que va absorbiendo empresas del sector, a nivel mundial e incluso en España donde han adquirido una participación en el estudio Tequila Works. El año pasado, el holding facturó unos 25 mil millones de euros. Los japoneses Sony (PlayStation) son el número dos, con un volumen de negocio comparable.
El otro gigante japonés es Nintendo, dueño de Pokémon, Mario Bros y otras marcas destacadas. Curiosamente, la empresa fue fundada a finales del siglo XIX y sus acuerdos estratégicos de licencias y distribución con Disney datan de los años 50 del siglo pasado. Con la India, siendo un mercado muy grande para los videojuegos, podemos decir que Asia en su conjunto domina esta industria. Microsoft se lanzó en 2001 con su Xbox, un producto que fue adoptado por gamers de todo el mundo. El duelo entre PlayStation y Xbox duró ya más de veinte años. Hoy en día, PlayStation tiene un market share del 45%, mientras que Xbox y Nintendo tienen cada uno un 27% del pastel. Esto en términos de consolas vendidas. En cuanto al valor total del mercado, producción de videojuegos incluida, los asiáticos y los norteamericanos tienen un gran dominio. Europa solamente genera un 11% del valor total, algo menos que 20 mil millones de euros. España representa un 10% de este valor, con un crecimiento interanual de un 12%. No vamos mal, pero podríamos ser más competitivos, sobre todo si nuestras empresas tuvieran una mayor escala y menor vulnerabilidad económica. De aquí al 2030 las previsiones para Europa son interesantes, con un pronóstico de llegar a facturar más de 40 mil millones. La batalla para lograrlo no está ganada. Europa tiene que hacer un esfuerzo gigantesco para evitar que los profesionales cualificados no se vayan a la competencia, eso lo primero. Luego, tenemos que mejorar el entorno para que sea más favorable para las start-ups digitales. Resulta necesario movilizar a los inversores privados, mejorar nuestra innovación y ser más eficaces a la hora de interactuar con otras industrias creativas. No hay que olvidar que en los videojuegos uno no solamente se juega el dinero mediante inversiones y recuperaciones complicadas. También se trata de un entorno donde se hace eco y se promueven valores que representan una cultura y una sociedad.
Hablando de los valores europeos como un tesoro que todos queremos conservar para futuras generaciones, os recuerdo que estamos todos llamados a las urnas para votar en las elecciones europeas que se celebran este fin de semana.
Quisiera terminar este editorial con dos felicitaciones. Una para Jonás Trueba y sus productores por haber marcado la presencia española en Cannes, y por haber obtenido el premio de Europa Cinemas. La otra felicitación es para la directora valenciana Lucía Casañ y sus productores, por haber entrado en la selección oficial de otro festival de clase A, el de Shanghái. Mucha suerte.