Hubo un tiempo en que las plataformas VoD compraban las películas y las emitían después de su paso por las salas. Pero cuando se convirtieron en productoras, asumieron también el rol de distribuidoras e incluso exhibidoras exclusivas de sus producciones. Eso sí, sin respetar las ventanas de explotación existentes, fundamentales para mantener una explotación óptima de las obras cinematográficas.
Por Antonio Carballo Sánchez
Aunque el desencuentro entre exhibidores y plataformas comenzase antes, el momento más álgido se produjo en el Festival de Cannes de 2017, cuando dos películas de Netflix (Okja de Bong Joon-Ho y The Meyerowitz Stories de Noah Baumbach) y otra de Amazon Studios (Wonderstruck: El museo de las maravillas de Todd Haynes) compitieron por la Palma de Oro.
La industria cinematográfica de varios países europeos se puso en pie. Las dos producciones con sello Netflix ni siquiera se llegaron a estrenar en las salas de cine francesas, lo que provocó el cambio de bases del Festival de Cannes. Francia daba el primer ejemplo para que los festivales de cine no sirvieran como plataforma de lanzamiento de unas películas que no se podrían ver en salas de cine.
Mientras que Amazon se ha acoplado al sistema tradicional —estrenar primero las películas en salas de cine y emitirlas después en su plataforma—, la política de Netflix no tiene visos de cambiar. Muy al contrario, cada vez presiona más para que sus producciones compitan en festivales y premios de gran trascendencia mediática.
Un claro ejemplo lo tuvimos ese mismo año, 2017, en nuestro país. Fe de etarras, dirigida por Borja Cobeaga y también con sello Netflix, formó parte de la sección Velódromo del Festival de San Sebastián. La película se estrenó en la plataforma el día 12 de octubre de ese año y, dos meses más tarde, llegó a una veintena de salas de cine españolas. Algo insólito.
Pero el mejor ejemplo posible lo tenemos con Roma, la laureada nueva película del director mexicano Alfonso Cuarón ganadora, entre otros, del León de Oro a la mejor película en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Venecia.
La cinta, también made in Netflix, se ha convertido en la primera obra en español que aspira al Oscar como mejor película, además de contar con otras 9 nominaciones en su haber, entre ellas, la de mejor película de habla no inglesa (por México), para lo que fue necesario hacer algunas exhibiciones ‘técnicas’ en aquel país a primeros de septiembre.
El 21 de noviembre pasado se lanzó en Los Ángeles, Nueva York y México, con proyecciones adicionales a partir del 29 de ese mismo mes en otras plazas de Estados Unidos, Toronto y Londres. Como estaba previsto, el 5 de diciembre Roma se estrenaba en salas de cine de otros 30 países, entre los que se encontraba España, donde tuvo su debut en cinco cines (dos en Barcelona, dos en Madrid y uno en Málaga). El lanzamiento global en la plataforma se produjo nueve días después.
Como última muestra de la presión que Netflix está dispuesta a ejercer sobre la industria tradicional, el 22 de enero de este mismo año pasó a formar parte de la MPAA, la asociación en la que, hasta ahora, solo estaban las majors del cine estadounidense.
En nuestra opinión, los actores y directores independientes del cine norteamericano cometieron hace dos años, atacando a Trump en su campaña presidencial, el mismo error de los españolas en la ya histórica protesta del ‘No a la guerra’ contra la decisión del entonces presidente Aznar. Y es que, desgraciadamente, la industria audiovisual, desde su creación, ha estado siempre en manos de las decisiones políticas. Y es evidente que Donald Trump no tiene ninguna simpatía por la industria cinematográfica tradicional. Quizás aquí esté la razón por la que MPAA ha tenido que admitir a Netflix como nuevo socio.
Como apuntábamos, la política de Netflix no tiene trazas de cambiar y sigue manteniendo la distribución en streaming de sus contenidos originales, con su estrategia de proyecciones limitadas a sólo unos pocos cines.
Veremos qué sucede con el lanzamiento de Elisa y Marcela, la película dirigida por Isabel Coixet para Netflix, única representación española en la sección oficial de la Berlinale de este año.
Las ventanas para las salas de cine son un tema de vital importancia
Desde Cineinforme, hemos pedido a Juan Ramón Gómez Fabra, presidente de la Federación de Cines en España (FECE), su valoración sobre esta peliaguda cuestión. A continuación, reproducimos su opinión:
«El asunto de las ventanas para las salas de cine es un tema de vital importancia y, tras haber sufrido años de una impunidad total con la piratería, no podemos admitir que por intereses partidistas de algunas plataformas VoD se rompa de forma unilateral una situación beneficiosa para toda la Industria como es respetar la ventana como un modelo que aporta valor a la película y crea nuevo talento.
Los tiempos son cambiantes y habrá que adaptarse a las nuevas modalidades, pero no antes de una negociación en profundidad que satisfaga a todas las partes. Los caballos de Troya son muy peligrosos y no conviene admitirlos.
Las salas de cine ofrecen la posibilidad de mostrar la película tal y como sus creadores la pensaron y desarrollaron. Una PELICULA (en mayúsculas), desde sus primeros pasos de creación hasta que llega a su audiencia, se piensa en su exhibición para un público que se reúne en una sala en torno a la gran pantalla para visionarla.
Por eso, desde las salas de cine, creemos que mantener un periodo de exclusividad en la primera ventana, la sala de cine, es beneficioso para la explotación comercial posterior de una película, de tal forma que las películas más taquilleras son las que se convierten en éxitos de ventas y audiencia en los canales posteriores. Es la sala de cine, y el espectador de cine, el que marca el éxito final de una producción. De la misma manera, es la sala de cine la que aporta un mayor porcentaje de la recaudación total de una película a lo largo de su vida comercial.
Además, la ventana es una gran herramienta de marketing para las distribuidoras ya que, durante la explotación de una película en una sala de cine, la película es la protagonista. La sala de cine ofrece múltiples opciones para promocionar y potenciar una película en cartelera. Es un canal de comunicación fundamental con el espectador.
Los estrenos ‘técnicos’ de películas en salas de cine con el único objetivo de acceder a los premios, y por tanto al prestigio que ellos ofrecen, no crean ningún valor añadido ni son solidarios con el resto de la Industria Cinematográfica».