Andrés Vicente Gómez: “Producir en España es imposible; trabajar para Netflix es ser un director de producción”

25 octubre, 2022

Una de las Espigas de Honor de la 67 edición de la Seminci es para el productor Andrés Vicente Gómez, una leyenda de la producción de cine en España. Aprovechando su presencia en la inauguración de la exposición que rinde tributo a una de sus más míticas producciones, Jamón Jamón, le hemos entrevistado para conocer más sobre ese film y sobre la situación actual del sector. Por Carlos Aguilar Sambricio

Andrés Vicente Gómez, en la exposición del 30 aniversario de ‘Jamón Jamón’ en Valladolid

Andrés Vicente Gómez es una de las figuras esenciales para conocer el cine en España en los últimos 50 años, sobre desde los años 80 hasta principios de los 2000. Fue el gran productor de nuestra cinematografía, con títulos como ¡Ay Carmela!, El día de la bestia, El año de las luces, Matador, Belle Époque, Jamón Jamón, Beltenebros, Remando al viento, Sé infiel y no mires con quién, El amante bilingüe, El Dorado, Antártida, El detective y la muerte, La comunidad, La teta y la luna, La pasión turca, Muertos de risa, Soldados de Salamina, La niña de tus ojos o Torrente: el brazo tonto de la ley, entre otras muchas.

Cine&Tele: Estamos en la exposición de Jamón Jamón de Bigas Luna por su 30 aniversario, que se complementa con la proyección de una copia restaurada de la película. ¿Por qué crees que en su momento tuvo tanto alcance internacional y por qué hoy día todavía se recuerda?

Andrés Vicente Gómez: Creo que fue muy innovadora, muy rompedora, dentro de lo que era la Cultura que ha continuado gente como C. Tangana o Rosalía.

Bigas se asoció con un grupo de gente con muchísimo talento, desde el casting con Consol Tura, o por ejemplo con Pepo Sol como productor asociado, que era un hombre muy creativo y con el que Bigas colaboró en ciertas cosas de las Olimpiadas del 92.

Fue una película hecha con mucha libertad creativa. Yo contacté a Bigas para dirigir Las edades de Lulú. Se resistió pero finalmente lo hizo porque se encontraba en un callejón sin salida, con grandes problemas económicos y con películas que no habían funcionado. Me lo dijo claramente. Las edades de Lulú fue un éxito económico tremendo y tuvo un impacto impresionante en Italia. Dio más dinero allí que en España.

Después de ella, Bigas me propuso una película y me pidió que fuéramos alternando. Se comprometió a que Jamón Jamón hiciera más dinero que Lulú y si no lo hacía, la siguiente la proponía yo. Establecimos esa especie de pacto y empezaron a salir películas.

Jamón Jamón se benefició muchísimo del talento de Bigas Luna, por supuesto, del equipo creativo y de un reparto muy acertado. Un reparto que ya contábamos en Lulú. Javier Bardem sale en la película y Penélope Cruz hizo el casting. Estaba dispuesta a hacerla pero nosotros no quisimos desnudarla a los 17 años y que pudiéramos tener problemas. Pero la mantuvimos en mente y para Jamón Jamón, que ya había cumplido los 18, la contratamos. A nivel internacional, se benefició de algo muy excepcional. Al ser un éxito Lulú en Italia, suscitó el interés de todo el cine italiano, especialmente de mi amigo Aurelio de Laurentiis, de la familia de Dino de Laurentiis, con el que luego produje varias películas.

Se dieron unas circunstancias muy felices y yo hubiera seguido trabajando con Bigas pero me puso los cuernos y le fue fatal. Volvimos con una novela de Manuel Vicent, Son de mar. Nos fue relativamente bien pero él ya estaba contaminado por muchas influencias y ya no era el Bigas que yo conocí.

C&T: ¿Fue una película difícil de producir?

A.V.G.: No, no fue complicado. Lo más importante fue unir a Javier Bardem y Penélope Cruz, pues aquí es donde se conocieron. Yo creo que no hubo nada entre ellos en el rodaje, aunque eran dos jóvenes muy ardientes. Pero fíjate que después se convierten en marido y mujer, cuando además yo seguí trabajando mucho con Penélopez, pues he hecho siete películas con ella, y otras cinco o seis con Javier Bardem.

Me ha sorprendido que no estén aquí en Valladolid porque ellos siempre han mostrado querer muchísimo a Bigas y tenerle mucha admiración. Si a alguien tienen que agradecer el éxito de sus carreras, no es a Trueba, ni a Almodóvar ni a nadie, es a Bigas. Y ellos lo saben.

C&T: En esta edición de la Seminci también recibes la Espiga de Honor. ¿Qué sentimiento te genera?

A.V.G.: Es un honor. He tenido varias películas en Cannes y en el año 2001 me dieron un homenaje con un premio al Mejor Productor Europeo y he tenido muchas películas en todos los festivales pero curiosamente a Valladolid no he venido salvo con Tirano Banderas.

No he estado muy vinculado a Valladolid aunque me encanta la ciudad y he hecho una película de Miguel Delibes. Que por cierto, cada vez que llego a Valladolid me extraño que la estación de tren no se llame Miguel Delibes en vez de Campo Grande, que no hace honor a nadie.

C&T: Has hecho 135 películas, muchas de ellas están entre las más esenciales del cine español. Aparte de Jamón Jamón, ¿qué otras películas tuyas son especiales para ti?

A.V.G.: Por ejemplo, El día de la bestia abre una nueva forma de hacer cine y hay muchísimos directores que son herederos de esa película, las películas de Fernando Trueba… He hecho seis o siete películas con Carlos Saura, entre ellas, ¡Ay, Carmela! o El Dorado. Con Vicente Aranda también he tenido buena relación. Yo con los directores siempre he tenido muy buena relación. De hecho, con casi todos he repetido.

C&T: ¿Cómo has visto la evolución de la producción desde los años 70 hasta ahora?

A.V.G.: Vivimos una edad de oro, que fue desde finales de los años 80 hasta el 2005. A partir de ahí, hay un declive de todo: de presupuestos, de formas de rodar, de medios, de recursos, los distribuidores desaparecen…

El cine lo hacen los productores y los distribuidores independientes. Por pura lógica, todo productor dependiente ya no es productor, depende de su jefe, que ahora son los jefes de las plataformas, los jefes de las dos cadenas privadas o los funcionarios de Televisión Española… Hacen un cine que les conviene en cada momento sin saber siquiera si es lo mejor para sus compañías.

La profesión de productor independiente es vocacional. Todos queremos hacer buenas películas porque queremos dejar un legado, tener éxito… Y tener éxito es que la vea la gente.

En cambio, en las plataformas y las cadenas eso no existe porque hay otros condicionamientos y eso es lo que prevalece. Es muy difícil ahora que se vuelva a hacer ese cine.

C&T: De hecho, en los últimos tiempos hay una polémica grande con la mera definición de productor independiente en los textos de las nuevas normativas para el sector.

A.V.G.: Los legisladores no quieren saber y no se enteran pero está perfectamente definido lo que es un productor independiente. La producción de una película requiere una serie de acciones que van desde desarrollar un proyecto, concepto y guion, preparar la película, elegir un casting y director, rodarla, montarla, terminarla, hacer su marketing y estrenarla.

Eso es la labor del productor y la Academia de Hollywood, para hacerte socio, requiere que hayas hecho una serie de películas que hayan tenido una cierta relevancia y que el productor haya hecho, pongamos el caso, 12 de esos 15 condicionamientos. Ninguno de los agentes que intervienen en las películas que se hacen ahora cumplen esto.

La discusión sobre qué es un productor independiente, si quisieran aplicarse, no sería ningún problema.

C&T: En los últimos años has hecho bastante teatro, ¿por qué has dejado de producir cine?

A.V.G.: Porque producir en España es imposible. Yo no estoy dispuesto a discutir un guion con un meritorio de producción de un canal de televisión que no tiene ninguna experiencia, y probablemente ningún talento, y que simplemente está allí porque es el sobrino de no se sabe quién.

Es muy doloroso. Además, a mí me gusta ser el dueño de mis películas y quedármelas. Trabajar para Netflix es ser un director de producción. Haces lo que ellos te piden y luego se quedan la película, es un servicio de producción y para eso hay directores de producción.

C&T: Lo último que has hecho ha sido una película en Arabia Saudí con Agustí Villaronga (Nacido rey) y el remake por allí de Campeones. ¿Cómo ha sido esa experiencia?

A.V.G.: Muy interesante. Agustí, que iba con reservas por las cosas que se dicen de Arabia, ha vuelto encantado y ahora vamos a hacer allí otra película grande de 20-35 millones de dólares (Arabian Aroma).

Tenemos libertad para hacer la película, no para beber whisky o para tener relaciones homosexuales. Para una serie de cosas no pero para hacer la película no tenemos ningún problema. Hay financiación y es un mundo nuevo. Los países del Golfo Pérsico son una especie de Suiza entre Asia y Europa. Hay mercados muy interesantes por descubrir, como es Indonesia, Malasia, Corea…

Ahora mismo me interesa muchísimo la India, es un país con unas posibilidades tremendas. Se hacen más películas allí que en Estados Unidos y las estrellas de Bollywood cobran 5 o 6 millones por película.

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