Hace unos días tuve la ocasión de asistir al pase para académicos de Una noche con Adela, dirigida por el novel Hugo Ruiz. Fue una experiencia extraordinaria. Por Antonio Carballo
Como espectador no experto, la película nos presenta una historia fuerte, que refleja la desesperación de un ser humano sometido a una educación férrea.
La acción se desarrolla a lo largo de una noche en que la víctima libera su angustia, acumulada a lo largo de 20 años, mediante un plan trazado milimétricamente. A veces nos trae recuerdos de Psicosis de Hitchcock o de Alguien voló sobre el nido del cuco de Milos Forman. Así de duras son algunas de sus escenas.
La actriz protagonista, Laura Galán, ofrece un recital de interpretación soportando sin un solo fallo ni expresivo ni de dicción la presión de una cámara que la persigue de forma ininterrumpida durante la hora y media de proyección. Merece el Goya a la mejor actriz protagonista de este año y con eso queda dicho todo.
Para los que entienden, aunque sea poco, la complejidad de realización de una película, estamos ante una obra digna de entrar en el libro Guinness de los récords. Está rodada en un solo plano, de principio a fin. Una película en cuyo rodaje nunca se pronunció la palabra “¡corten!”
Increíble la habilidad del director de fotografía, Diego Trenas, para entrar y salir con su cámara –una mini de Fuji— en ambientes cerrados y reducidos, como la cabina de un camión.
En fin, una obra recomendable para los amantes del buen cine. Será estudiada en todas las escuelas de cine del mundo.