Las plataformas evidencian síntomas de agotamiento

17 noviembre, 2023

Después de su entrada masiva en el mercado a comienzos de 2020, justo al mismo tiempo que a todo el mundo se le imponía el confinamiento en sus hogares, las llamadas “plataformas” han sido noticia casi a diario. En las más grandes, cambios de estrategias, cambios de accionariado, de directivos, fusiones y desaparición de algunas potentes marcas. A cambio, pero con menos ambiciones y dirigidas a un público segmentado, han ido apareciendo un buen número de ellas. Ahora parece que inician un tiempo de agotamiento generalizado. Por Antonio Carballo.

Deberíamos comenzar diciendo que hay tres tipos de jugadores en el negocio conocido vulgarmente como plataformas.

Porque cuando hablamos de plataforma,  según el uso correcto que se hace de esta palabra en el mundillo audiovisual, queremos decir plataforma de distribución. En realidad, estamos hablando de una red de cable o de fibra, o de wi-fi.

Lógicamente, una plataforma de distribución carece de sentido si no tiene productos para distribuir… aquí entra el segundo jugador: el productor de contenidos.

Sobre esta primera disquisición hay que recordar que anteriormente al año 2020 había muchas plataformas de distribución que no tenían productos audiovisuales para distribuir. Eran, y siguen siendo, empresas dedicadas a las telecomunicaciones. El corazón de su negocio era y sigue siendo actuar como simples transportistas de mensajes de voz y datos digitalizados  (“carriers” en el mundo anglosajón) a través de sus propias redes.

Por otro lado, había también muchas empresas que acumulaban en sus archivos grandes cantidades de productos audiovisuales, (los productores) pero que no contaban con un transportista capaz de llevar sus productos de forma rápida a los millones de usuarios que estaban encerrados por la fuerza de la Ley en sus viviendas

En 2020, la pandemia vació por completo las calles y la población encontró refugio y evasión en las plataformas de streaming

El tercer jugador es una mezcla de los dos anteriores. Es un operador de red que se mete a producir contenidos para distribuirlos exclusivamente en su propia red: TELEFÓNICA (Movistar+) y VODAFONE son los únicos casos en nuestro país.

Esta era la situación general hace tan sólo 3 años, con la única destacada excepción de HBO, AMC Networks y TELEVISA que desde hacía más de 20 años distribuían internacionalmente, mediante suscripción, producciones propias y ajenas vía satélite y redes de cable local en todos los países donde existían redes con capacidad suficiente. Aquí en España las redes de cable eran monopolio de TELEFÓNICA y entrar en ese terreno estuvo prohibido hasta la llegada del primer periodo legislativo bajo la presidencia de José María Aznar, que liberalizó completamente este negocio. Como anécdota muy dolorosa, hay que recordar aquí a los valientes empresarios que defendieron sus redes locales de distribución de contenido audiovisual vía cable coaxial, perseguidos día y noche por todas las fuerzas políticas durante las cuatro legislaturas presididas por Felipe González. Lo que Felipe buscaba era la eliminación de esas pequeñas redes para darle el monopolio de la televisión de pago a su amigo Jesús de Polanco, presidente del Grupo PRISA y del CANAL+ emitiendo en TDT a través de la red de repetidores terrestres de RETEVISIÓN, luego convertido en CANALSATÉLITE DIGITAL emitiendo a través de los satélites de la compañía ASTRA. Durante este periodo, la situación en España llegó a ser tan esperpéntica que un antiguo director general de TVE, José María Calviño, montó en Londres el Canal 10 sobre una plataforma alquilada de distribución vía satélite para su recepción en los hogares españoles a través de antenas parabólicas

Pero volvamos a la situación reciente. Con el confinamiento que trajo la pandemia, los directivos de una joven empresa llamada NETFLIX, nacida  quince años antes como un videoclub, y que desde el principio estaba utilizando internet para alquilar películas ajenas mediante suscripción mensual, pensaron que había llegado su momento de hacer historia en el mundo de la producción. Antes de la pandemia ya habían conseguido un éxito mundial con su serie La casa de papel pero con el confinamiento lanzaron al mercado un modelo de negocio explosivo con la intención de eliminar a todos los competidores y quedarse con el monopolio mundial.

Primero, pusieron en marcha un plan milmillonario de producción propia para explotar sus películas y series ellos solos a través de la plataforma exclusiva que ya habían alquilado para distribuir películas como un videoclub por internet. Saltándose todas las reglas del juego, no respetaron el periodo de exclusividad que siempre se había reservado para las salas de cine. Así, de un solo plumazo, pretendían eliminar a los distribuidores, a los exhibidores y a las cadenas de televisión. En NETFLIX todo era exclusivo, reuniendo en una sola mano la producción, la distribución y la exhibición a domicilio.

LA AVARICIA  ROMPE EL SACO

 Primero, porque  todos los grandes productores (Disney, Fox, Universal, Paramount, Sony…) siguiendo el mal ejemplo de NETFLIX alquilaron redes de cable como plataforma de distribución de sus contenidos, a la vez que retiraban esos contenidos de la plataforma utilizada por NETFLIX.  Así,  NETFLIX perdió ya la posibilidad de quedarse con el monopolio mundial de la televisión de pago.

Y segundo, porque el crecimiento de abonados a NETFLIX empezó a ralentizarse debido a la fuerte competencia y al no poder mantener sine die la financiación de un plan de producciones propias de gran envergadura. Los chicos de NETFLIX aprendieron de golpe lo caro que resulta producir cine. Zapatero a tus zapatos

Alimentados por la codicia, los directivos de las nuevas plataformas se saltaron las reglas del juego audiovisual buscando imponer un monopolio

Empezaron a buscar producciones audiovisuales ajenas de bajo coste para rellenar su oferta de novedades. Aquí llegó la retransmisión en directo de grandes eventos musicales y deportivos. Pero tampoco esa medida fue suficiente para equilibrar las cuentas y tanto NETFLIX como los productores clásicos han tenido que recurrir a la emisión de publicidad. Una medida que choca de frente contra el concepto de televisión de pago (El usuario paga, precisamente, para no sufrir las interrupciones de la publicidad).

Por ello no es de extrañar que VODAFONE en su doble papel de incipiente productor y de plataforma de distribución, después de absorber a la española ONO, haya caído en manos de un fondo de inversiones que, claramente, define su objetivo: comprar, rentabilizar y vender. Y ya sabemos lo que suele pasar cuando una empresa cae en manos de un fondo de inversión.

TELEFÓNICA, por su parte, busca un gran socio para mantener su área de producción y centrarse más en su clásico papel de “carrier”. Y quizá, para ir entrando en el universo de las grandes bases de servidores.

Si tenemos en cuenta que estas dos empresas cuentan con redes de cable-plataformas propias en España y que todos los demás productores puros tienen que pagar un abultado precio por el alquiler de redes-plataformas ajenas, veremos cómo próximamente el lujo al que nos tienen acostumbrados empieza a declinar.

Actualmente el promedio de productores que utilizan plataformas de distribución por internet se sitúa en unos 20. Demasiada competencia. Para colmo, parece que nadie pensó en que el público joven consume cada vez más productos audiovisuales en sus dispositivos móviles, lo que les lleva a elegir contenidos de corta duración. Resulta que YOUTUBE estaba ahí ofreciendo precisamente ese contenido, y además, gratis. El crecimiento de YOUTUBE es exponencial, y se financia exclusivamente con publicidad inserta en sus producciones. Que por cierto, no le cuestan a YOUTUBE ni un céntimo…

En cuanto a los grandes “carriers”, la situación tampoco pasa por buenos momentos.  Los pequeños operadores locales de telecomunicaciones españoles, a los que antes me referí, han evolucionado enormemente en los últimos años. Eran casi 500, pero ahora una gran parte de ellos han sido absorbidos por compañías como MASMÓVIL, AVATEL o +MEDIA, que aspiran también a quedarse con un buen trozo de la tarta de VODAFONE o TELEFÓNICA como “carriers” con redes de cable propias. Saquen ustedes sus propias conclusiones. Ahora ya tienen ustedes claro el motivo por el que los operadores de redes europeos prevén 100.000 despidos en un futuro inmediato.

No todo son perdedores. Hay dos ganadores claros y otros dos posibles.

Uno es YOUTUBE, al que nos hemos referido antes. El otro es AMAZON, propietario de la base más gigantesca de servidores del mundo occidental. En esa base están almacenados todos los contenidos de todos los productores, tanto grandes como pequeños (excepto Apple+ y Disney+ que cuentan con su propia base de servidores). Y la señal que distribuyen todas los demás productores a través de las plataformas-redes de cable han de salir o pasar por AMAZON, previo pago del peaje correspondiente. ¡Miles de millones de dólares por año!

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