La producción italiana se ha parado, ¿y la española?, por Antonio Carballo

1 abril, 2024
La industria audiovisual italiana está en pie de guerra: con los rodajes de películas y de series paralizadas, los productores exigen al gobierno medidas urgentes para reactivar el mercado y le responsabilizan de una mala gestión de los fondos públicos. ¿Puede esta crisis contagiarse al cine español? ¿Realmente tenemos un modelo eficiente de producción audiovisual? ¿Es el Spain Audiovisual Hub un espejismo?. El editor de Cine&Tele Pro reflexiona en las siguientes líneas sobre estas y otras cuestiones adláteres.
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Todas las asociaciones de empresarios de la industria audiovisual italiana han hecho público un comunicado por el que piden al gobierno de su país la puesta en marcha de medidas urgentes para reactivar el mercado. De forma brusca, en los primeros meses de este año se han paralizado los rodajes de películas, de series, los estudios están vacíos, los sindicatos advierten del crecimiento en progresión geométrica de las personas en paro… Según parece, por una serie de retrasos y negligencias achacables a las malas decisiones con las plataformas y gestión de los fondos públicos.

Nada en el mundo me gustaría más que escribir que la situación en España está muy lejos de la italiana, pero con la mano en el corazón tengo que decir lo contrario: estamos viviendo los últimos coletazos de un espejismo. Un espejismo que comenzó con el anuncio del Hub Audiovisual y que, a lo largo de estos 36 meses ha captado mucho capital extranjero (bravo!) y ha creado mucho trabajo en el sector de las industrias técnicas al servicio de… la producción extranjera. Mientras tanto, las productoras y distribuidoras independientes españolas lo siguen pasando tan mal como siempre -o más, desde la pandemia-. Y parece que a nadie le importa. Si a los inversores extranjeros se les ocurriese un buen día irse a rodar a otros países, la actividad española caería en picado, como en Italia.

Desde las instituciones nos envían datos siempre positivos en cuanto al número enorme de películas españolas producidas, pero cualquier analista sabe que las tres cuartas partes de esas películas no tienen calidad ni siquiera para estrenarse en nuestro país. Son obras a las que mi amigo Jordi Carbonell ha bautizado como “Producciones Frankenstein”, realizadas sólo para recoger beneficios a través de las desgravaciones fiscales. Incluso sin llegar a estrenarse.

Volviendo a Italia: dice el viejo refrán español que cuando las barbas del vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar…
Y en España nos queda mucho por remojar, especialmente en el campo de la promoción. Sólo el Estado tiene poder y dinero para poner en marcha la gran campaña que haga retornar al público a las salas de cine.

Hablo de recuperar el viejo modelo para cubrir las inversiones en producción de cine. Lo demás es televisión de pago, que también ayuda, pero nunca podrá ser monopolística como pretenden los iluminados de Netflix. De la compañía de la N debemos aprender que, en un mercado global, ya no podemos hacer películas solo para nuestro propio mercado. Tenemos que hacer menos películas, pero con mucho más presupuesto unitario. Poniendo en valor la riqueza creativa de nuestra comunidad hispanohablante coproduciendo mucho con todas nuestras antiguas provincias americanas.

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