Protagonizado por Gabriel D’Almeida y Robin Reese, el filme nos transporta a una noche de verano en Barcelona, donde dos antiguos amigos se reencuentran y se ven obligados a ser sinceros con ellos mismos.
Rubén Sánchez finaliza en Barcelona el rodaje de La verbena, su nuevo mediometraje producido por Carla Fernández y protagonizado por Gabriel D’Almeida (Matthias & Maxime) y Robin Reese. La historia narra el reencuentro de Alex, un joven que está a punto de ser padre y que lucha con la aceptación de su homosexualidad, y Marc, su mejor amigo, quien trae consigo una noticia que ambos deberán asumir.
Completan el elenco Aida Quintana, Meri Anglès, Paula Lucas, Marga Leão, Joma y Serigne Sylla. El rodaje tuvo lugar en Barcelona y encapsula una apuesta estética, narrativa y conceptual que pone el foco en la dificultad de aceptar tu identidad sexual.
En palabras del director Rubén Sánchez: “Creo que el cine puede cambiar la visión sobre muchas cosas y que Gabriel y Robin han asumido un papel muy complicado, logrando una interpretación excepcional. Al igual que el resto del reparto en este film, Gabriel y Robin son maravillosos y estoy convencido de que sus carreras serán estelares. He basado el trabajo actoral en una relación de confianza entre director y actores para construir los personajes. Quiero agradecer también a Carla Fernández, cuyo entusiasmo y dedicación han sido cruciales para la producción de esta película. Además, quiero destacar al equipo técnico liderado por Ferran Miret como director de fotografía, Ammar El Hachemi como jefe de producción, Martí Estupinyà como foquista, Max Ponce como auxiliar y Alberto Sáez como sonidista”.
El mediometraje nos transporta a una cálida noche de verano en Barcelona. Alex (Gabriel D’Almeida) y su novia Anna (Aida Quintana) se reúnen con sus amigos para disfrutar de una animada verbena. La inesperada llegada de Marc (Robin Reese), un viejo amigo de Londres de Alex, trae consigo revelaciones que desafían sus relaciones y detonan sus secretos. A medida que la fiesta avanza, los personajes se ven obligados a confrontar sus propios miedos y deseos en medio de un ambiente festivo. La verbena se convierte en un catalizador para la introspección y el autodescubrimiento, poniendo a prueba los lazos de amistad y amor. Es una exploración sincera y emotiva de las relaciones personales y las complejidades de las conexiones humanas en una noche inolvidable.