La Compañía: Una sinfonía visual dedicada al último adiós. Candidato a Mejor Cortometraje de Ficción en los 39 Premios Goya. Por José María Flores.
Hace unos años, sufrí un accidente de tráfico que me dejó inconsciente dentro de un coche volcado, lleno de humo y cristales. Tras recuperarme un poco, todavía con el susto en el cuerpo, miré afuera y vi cómo un grupo de curiosos se había arremolinado alrededor del coche. Allí estaban, estáticos, observándonos sin ayudarnos. Esa imagen quedó grabada en mi mente y, años después, me llevó a escribir La Compañía.
Estos últimos siete meses de distribución de La Compañía están siendo una auténtica locura. Acumulamos más de 100 selecciones en festivales, 30 premios internacionales —incluido el Gran Premio en el Festival Internacional de Moscú—, una candidatura al Goya, y estamos en la primera ronda de los Oscar. Todo esto, en tan corto periodo de tiempo, es excepcional. Pero lo que más me llena de orgullo es que se valore el esfuerzo de todo el equipo. Este fue un proyecto extremadamente desafiante y arriesgado para todos los departamentos, y ver la recepción que ha tenido el trabajo de las casi 200 personas que se lanzaron al vacío en esta locura de proyecto es indescriptible.
La Compañía es un plano secuencia de 12 minutos que sube al espectador a una montaña rusa emocional en mitad de un accidente de tráfico. Su rodaje nos llevó al límite en muchos sentidos.
Aún recuerdo la reacción de Laurent, mi director de fotografía, cuando le expliqué lo que queríamos hacer: “Pasamos de la steady a la grúa, a cámara en mano y después vuelta a grúa, a dron y a steady de nuevo, mientras avanzamos con los personajes sorteando el fuego y el humo. Todo esto con música en directo y más de 150 extras en escena”. Su cara era un poema, y no me extraña, pero lo dio todo, y aún me asombra el resultado que conseguimos. Los equipos de arte, efectos visuales y vestuario también hicieron un trabajo excepcional recreando un accidente de coche en mitad de una avenida de cuatro carriles, que conseguimos cerrar en pleno centro de Cáceres.
El rodaje estaba planificado en seis jornadas, pero un ultimátum nos obligó a reducirlo a tres, sumando más presión. Lo más complicado fue trabajar con la luz en un exterior tan grande. Solo teníamos una hora real de filmación al día, cuando el sol desaparecía y todo estaba en sombra. Ensayábamos siete horas y rodábamos los últimos 45 minutos con una tensión máxima, sabiendo que cualquier error nos dejaría sin nada.
Todas y cada una de las decisiones de dirección y el empeño de cada departamento estaban enfocadas en emocionar al espectador, y creo que lo hemos conseguido. Sin embargo, son Alberto Amarilla y Elisabeth Larena, los actores protagonistas, quienes con sus interpretaciones llenas de verdad y profundidad le dan alma al cortometraje.
Estar nominados al Goya sería una enorme alegría. Más allá del reconocimiento personal, pondría en valor el enorme trabajo de todo el equipo, que asumió el riesgo de afrontar un proyecto tan ambicioso con los recursos que teníamos. Además, sería un honor representar a España en los premios de la Academia de Hollywood.
La Compañía es una sinfonía visual dedicada al último adiós. Es una historia universal sobre lo que significa ser humanos y la fragilidad de nuestra existencia. Este mensaje nos ha permitido viajar por festivales de todos los continentes y observar la misma emotiva reacción en personas de culturas muy distintas.
Hay historias que te acompañan mucho después de haberlas visto. La Compañía es una de ellas.