¿Por qué vivimos en un mundo donde preferimos desechar aquello que nos parezca viejo, mínimamente estropeado o insuficientemente novedoso y tentativo como el último grito que la marca de turno nos ha lanzado? Netflix pone bajo la lupa las estrategias corporativas que alimentan el consumo desmedido en su documental Compra Ahora: La Conspiración Consumista.
Desde la obsolescencia programada hasta el fast fashion, esta obra ejerce una reflexión calculada sobre el costo real de nuestras decisiones de compra y cuestiona el modelo económico que prioriza los beneficios sobre la sostenibilidad y los derechos humanos. En el mundo moderno, el consumismo no es una elección; es un diseño cuidadosamente orquestado.
El nuevo documental de Netflix, que se estrenó el 20 de noviembre y ya se encuentra en el TOP 10 en España, expone las tácticas de las corporaciones para manipular al consumidor, con reglas como «vender más» y «mentir para crear necesidades», que han terminado por fomentar una cultura global de compra excesiva cuyos daños al planeta y a las personas que lo habitan, ya son un hecho manifiesto.
El ciclo de la obsolescencia programado: diseñado para fallar
Una de las estrategias más insidiosas reveladas en el documental es la obsolescencia programada , donde los productos son diseñados para fallar o volverse obsoletos en períodos cortos. Esto no solo incrementa el gasto del consumidor, sino que genera enormes cantidades de residuos. Según el documental «Comprar, Tirar, Comprar», los desechos electrónicos alcanzaron los 53,6 millones de toneladas en 2019, y solo el 20% fue reciclado de manera correcta. El impacto ambiental es devastador, especialmente en países en desarrollo que se han convertido en los vertederos ilegales de esta crisis
El fast fashion: moda desechable y explotación humana
La industria de la moda rápida ejemplifica el modelo de consumo extremo. Documentales como «The True Cost» y «RiverBlue» exponen cómo este sector produce 92 millones de toneladas de residuos textiles al año y consume 79 mil millones de metros cúbicos de agua, agravando la crisis hídrica global. En paralelo, los costos humanos son alarmantes. Trabajadores en países como Bangladesh y China se enfrentan a jornadas laborales extenuantes y condiciones de explotación para producir ropa que será desechada tras un promedio de siete usos.
Narrativas distópicas: de la ficción a la realidad
Los mecanismos detrás del consumismo revelados en este documental perfectamente podrían vincularse con ideas distópicas presentes en obras como 1984 de George Orwell o Un Mundo Feliz de Aldous Huxley. El montaje, rápido y estimulante, nos ofrece fotogramas inverosímiles donde las calles se inundan bajo toneladas de productos desperdiciados, pero nos recuerda, que no porque no los veamos, éstos no se acumulan en algún lugar de la tierra esperando a ser desechados en más tiempo del que podremos vivir para atestiguarlo. Es interesante observar el paralelismo expuesto entre nuestro presente y algunas escenas de la película animada Wall-E, cuyo planeta devastado por los residuos se convierte en un escenario que parece cada vez menos ficticio dado el volumen de recursos desperdiciados en nuestra realidad actual.
Resistencia y soluciones al alcance
A pesar de este sombrío panorama, existen movimientos emergentes que proponen soluciones tangibles. Marcas como Patagonia han liderado el camino hacia la sostenibilidad, promoviendo la reutilización y reparación de prendas. Por su parte, iniciativas como el reciclaje textil y proyectos como los presentados en The Next Black apuestan por una economía circular que minimice los desechos. Sin embargo, como destaca el documental ReDress The Future, estos cambios solo serán efectivos si los consumidores adoptan prácticas conscientes y los legisladores implementan políticas responsables.
¿Cómo podemos ser parte del cambio?
¿Es posible revertir el daño o estamos destinados a vivir en una distopía consumista? El mensaje de «Compra Ahora» es claro: el poder está en nuestras manos. Desde elegir productos duraderos hasta apoyar marcas éticas, el consumo responsable puede ser un catalizador para un cambio sistémico.