Empresas de Bangladesh, China, India y Tailandia inflan las cuentas de sus clientes mediante la compra de seguidores y ‘likes’ en plataformas como Instagram, Facebook y Spotify.
Las granjas de clicks han surgido como un negocio rentable en el entorno digital, donde se falsifican interacciones, sobredimensionando el impacto en redes sociales. Estas granjas, ubicadas principalmente en países como Bangladesh, China, India y Tailandia, ofrecen servicios para inflar las cuentas de sus clientes, incrementando de manera artificial su popularidad.
En estas granjas, se reproducen repetidamente canciones en Spotify, se valoran aplicaciones con reseñas positivas en PlayStore y se disparan miles de ‘likes’ en Facebook. Según un informe de The New York Times, una empresa de Bangladesh puede ofrecer hasta 1,000 ‘likes’ en Facebook por tan solo 15 dólares.
Las granjas de clicks operan bajo demanda, con cientos de páginas web ofreciendo la compra de seguidores en Twitter e Instagram o ‘likes’ en Facebook. Los precios varían según la plataforma y el volumen de interacciones deseadas. Por ejemplo, se pueden obtener 10,000 suscriptores en Instagram por 55 euros, o 2.500 ‘Me gusta’ en una página de Facebook por 70 euros. Un estudio de la Universidad de Indiana descubrió que el 15% de las cuentas de Twitter eran bots, lo que subraya la prevalencia de estas prácticas en las redes sociales. Estas prácticas pueden influir en decisiones de marketing, afectar la confianza de los consumidores o ser utilizadas en campañas políticas con el fin de amplificar la presencia en redes sociales.
Facebook y Twitter han implementado algoritmos y políticas para detectar y eliminar cuentas falsas y actividades sospechosas. En 2018, Facebook eliminó 1,500 millones de cuentas falsas, en un esfuerzo por combatir este problema . Sin embargo, la lucha es constante, ya que las granjas de clicks desarrollan nuevas técnicas para evadir la detección.
La proliferación de estas granjas de clicks pone de relieve la necesidad de mayor transparencia y regulación en el ámbito digital, para asegurar que las interacciones en las redes sociales reflejen realmente el interés y la participación de usuarios genuinos. Organismos como la Comisión Federal de Comercio (FTC) en Estados Unidos están investigando estas prácticas y trabajando en desarrollar nuevas normativas para proteger a los consumidores y garantizar la integridad del ecosistema digital .