Después de su entrada masiva en el mercado a comienzos de 2020, justo al mismo tiempo que a todo el mundo se le imponía el confinamiento en sus hogares, las llamadas “plataformas” han sido noticia casi a diario. Grandes plataformas han experimentado cambios, fusiones y la desaparición de algunas marcas importantes. Ahora parece que inician un tiempo de agotamiento generalizado.- Por Antonio Carballo.
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Deberíamos comenzar diciendo que hay tres tipos de jugadores en el negocio conocido vulgarmente como plataformas: las plataformas de distribución, los productores de contenidos y los operadores que producen y distribuyen en su propia red.
Porque cuando hablamos de plataforma, según el uso correcto que se hace de esta palabra en el mundillo audiovisual, queremos decir plataforma de distribución de películas o series, en este caso. Es decir, estamos ante empresas poseedoras de una red de cable, de fibra o wi-fi para distribuir contenidos.
Lógicamente, una plataforma de distribución carece de sentido si no tiene productos para distribuir… aquí entra el segundo jugador: el productor de contenidos, que necesitan de estas plataformas para hacer llegar rápidamente sus productos a los usuarios. Algunas empresas, como Telefónica y Vodafone, son un poco de ambas.
Hace unos años, prácticamente todas las redes de cable en España eran de Telefónica, y no fue hasta el mandato de José María Aznar que se liberalizó este negocio.
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Pero volvamos a la situación reciente. Con la llegada de la pandemia, Netflix, que había empezado como un videoclub en línea, decidió dar un gran paso en la producción de películas y series, intentando eliminar a la competencia y convertirse en el líder mundial. Antes de la pandemia ya habían conseguido un éxito mundial con su serie “La casa de papel”, pero con el confinamiento lanzaron al mercado un modelo de negocio explosivo con la intención de eliminar a todos los competidores y quedarse con el monopolio mundial.
Primero, pusieron en marcha un plan milmillonario de producción propia para explotar sus películas y series ellos solos a través de la plataforma exclusiva que ya habían alquilado para distribuir películas como un videoclub por internet. Saltándose todas las reglas del juego, no respetaron ese primer periodo de exclusividad que siempre se había reservado para exhibir las películas en las salas de cine. Así, de un solo plumazo, pretendían eliminar a los distribuidores, a los exhibidores y a las cadenas de televisión. En NETFLIX todo era exclusivo, reuniendo en una sola mano la producción, la distribución y la exhibición a domicilio.
La avaricia rompe el saco.
Primero, porque todos los grandes productores (Disney, Fox, Universal, Paramount, Sony…), siguiendo el mal ejemplo de Netflix, alquilaron redes de cable como plataforma de distribución de sus contenidos, a la vez que retiraban esos contenidos de la plataforma utilizada por Netflix. Así, Netflix perdió ya la posibilidad de quedarse con el monopolio mundial de la televisión de pago.
Y segundo, porque el número de suscripciones a Netflix se empezaba a ver reducido debido a la fuerte competencia y al no poder mantener el pretencioso plan de producciones propias que habían planteado. Los chicos de Netflix aprendieron de golpe lo caro que resulta producir cine.
Para mantenerse, Netflix tuvo que buscar programas más baratos y empezar a mostrar anuncios, lo cual es contrario al concepto de televisión de pago (El usuario paga, precisamente, para no sufrir las interrupciones de la publicidad).
Por ello no es de extrañar que VODAFONE en su doble papel de incipiente productor y de plataforma de distribución, después de absorber a la española ONO, haya caído en manos de un fondo de inversiones que, claramente, define su objetivo: comprar, rentabilizar y vender.
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Telefónica busca asociarse para salir del negocio de producción y centrarse en ser un simple transportista de contenidos. La competencia se ha vuelto intensa, y actualmente, alrededor de 20 productores utilizan plataformas de distribución por internet. Además, el público joven prefiere contenidos de corta duración en dispositivos móviles, y YouTube, que ofrece contenido gratuito financiado por anuncios, ha experimentado un crecimiento significativo.
En cuanto a las grandes empresas de telecomunicaciones, la situación no es fácil. Los pequeños operadores locales han evolucionado y muchos han sido absorbidos por compañías más grandes que buscan competir con Vodafone y Telefónica. Esto ha llevado a la predicción de 100,000 despidos en el futuro cercano para los operadores de redes europeos.
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No todo son perdedores. Hay dos ganadores claros y otros dos posibles. Uno es YOUTUBE, con su enfoque en contenido corto y gratuito. El otro es AMAZON, dueño de una enorme base de servidores que almacena los contenidos de todos los productores. Todos los demás productores (excepto Apple+ y Disney+ que cuentan con su propia base de servidores) tienen que pasar por Amazon para distribuir sus señales a través de las redes de cable, pagando una tarifa significativa por este servicio.