Por Bárbara Da Silva
Un carrete fotográfico contiene una cinta, una película sensible a la luz que registra las imágenes cuando se expone a través del lente de la cámara. Esto se hace visible cuando revelamos y vemos las escenas que hemos capturado en negativo o en impresiones. Creía que esta experiencia solo era posible a través de este proceso mecánico, a través de la fotografía. Luisa y El Mar consiguen hacerlo a través de la música. Escuchar su disco completo y en orden evoca la sensación de ver pasar momentos en negativo sin la necesidad de ver. Escucharlos en vivo es tener la oportunidad de activar una proyección de momentos definitorios en tu cabeza.
Nos Vemos Esta Tarde funciona como esa luz que activa la película sensible en la que participamos cada uno en el transcurso de una vida. Es un disco por mucho sensorial, que mantiene un sonido orgánico y te permite viajar hacia escenas cotidianas. Te transporta a una sobremesa, a un amanecer solitario, a un atardecer en compañía, a esos lugares que van tomando forma de hogar cuando vamos reconociéndonos en otros espacios, a la calma y lo mutable que puede ser El Mar. Este grupo conformado por tres músicos logran crear una unidad, se complementan de manera tal que dan la sensación de ser una persona, esa que está representada en Luisa.
Me contaban que un amigo de ellos había hecho esta apreciación y que en su búsqueda por ponerle nombre a la banda, habían llegado a la conclusión de que debían rendirle cierto homenaje a una amiga que, más que amiga, había sido encuentro y compañía en su llegada a Barcelona. Luisa es entonces aquel ente que representa casa cuando uno emigra y consigue su identidad en otro lugar, Luisa sirve como analogía de la pérdida y el encuentro. Luisa y El Mar es un conjunto de todos estos elementos transformados en una música que narra la belleza en lo cotidiano, que cuenta la vida y que reconforta el alma.
Este conjunto está compuesto por Delfina Mancardo, una cuenta cuentos de Buenos Aires que toma su voz y su guitarra para exponer con emotividad y vulnerabilidad.
Al preguntarle: ¿Cuál dirías que es la mejor emoción para componer? Dudaba en si era el dolor desde donde se vertía su inspiración, terminó por responder que era la nostalgia.
D: “Hay algo de la nostalgia desde donde suelen nacer muchas de mis canciones. La nostalgia tiene una cuota de algo que disfrutaste en su momento que después quizás se rompió o quizás ya no está más. No es puramente una tristeza o angustia, sino como un todo que dejaste atrás. Hay algo en la nostalgia que me interpela mucho, me inspira a componer.”
Mauro Meloni, un músico de Tucumán al norte de Argentina que tiene la pulsión necesaria de provocar en quien lo escucha respuestas físicas, sensoriales. Su voz y su guitarra inspiran y levantan. Por eso al responder a la pregunta: ¿para qué utilizas la música? Todo cobraba sentido:
M: “Yo creo que uso la música para procesar cosas que me pasan de distintas formas. Cuando escribo palabras estoy intentando procesar algo, pero cuando canto me da alegría, juntarme a cantar con mis amigos me da una sensación física de placer, sobre todo con gente, compartido.”
Y Ola Wagner una tecladista de Polonia que crea melodías que nutren y que regala pasajes al que escucha porque viajas con ella a través de su piano. A la pregunta: ¿a dónde quieres llevar a la gente cuando te escucha?
O: “No tengo intención de llevar a la gente a un lugar particular, es más dar espacio para que vayan a un lugar que sientan y que necesiten. No tengo intención o algo concreto cuando compongo música.”
¿A qué lugar sueles ir tú?
O: “Yo siento que siempre busco algún lugar tranquilo, sereno. La serenidad es el lugar que me ayuda a procesar cosas…”
Mauro aclaraba que al escucharla en su proyecto en solitario da la sensación de estar bajo el agua y añadiría que también es esa amalgama que sustenta el disco. El piano actúa como contenedor y forma, aspecto que se puede ver claro en Jacarandá y en Las Violetas.
O: “Jacarandá, en principio, era una introducción a Las Violetas, estaban conectadas, pero empezamos a ver que estaban evolucionando y al final decidimos dividirlas en dos temas, sentimos que fue una fusión.”
D: “De hecho ahora sacamos un clip de cuando se grabó todo en vivo. Mauro y yo estábamos enfrentados con un micrófono y Ola estaba al lado con el piano, en el video se puede ver muy bien, arranca el track y digamos que es todo en uno. Para el disco lo dividimos porque quizás iba a quedarse un poco detrás Las Violetas. Nosotros proponemos una escucha de Nos Vemos Esta Tarde de principio a fin, si lo haces así Jacarandá y Las Violetas parecen una.”
Al escucharlo completo logran que ese momento de Jacarandá sea introspectivo, da pie a entrar en un viaje, en una imagen en la que ese árbol representa el instante de transición en que nos alejamos de la turbulencia o el estancamiento para florecer y colmarnos de color violeta, una transición a la primavera. Ambas canciones funcionan como un híbrido sin que pierdan su personalidad. Esa sensación de homogeneidad acompaña todo el disco, un elemento que denota un proceso artístico de creación y selección pensado que describen como variado.
M: “Hay canciones que han empezado por el piano, por un texto o por la guitarra… yo creo que al escucharlas se nota desde dónde han arrancado. Por ejemplo, Vía Laietana empezó con una idea de acordes que tenía Ola y siento que tiene su impronta, eso es buenísimo porque cada uno aporta su forma de hacer música, después cada uno trae ideas que trabajamos los tres.”
D: “También hay unas que arrancaron de estar con la guitarra y canturrear. Solemos contar que una tarde fuimos a la playa y empezamos a componer con unos amigos lo que se transformaría en Cabrera de Mar. Estábamos en esa playa, en Barcelona, fue de esos tipos de planes que se suelen extender y algo bajó para animarnos a componer en conjunto, a exponernos juntos, a decir lo que queríamos decir.”
Crean esa misma atmósfera de intimidad que todos hemos vivido en algún momento entre amigos. Esos instantes donde todo fluye para que surjan conversaciones importantes que se quedan en nuestra línea de pensamiento y a los que solemos volver cuando necesitamos recobrar el sentido o darle explicación a lo que somos.
Un ejercicio natural que va de la mano con la nostalgia, sentimiento que nutre cada canción del disco y que definen en una canción ya escrita, pero aún no grabada y que está por venir llamada Película sin revelar.
M: “Creo que la nostalgia nos sirve para apreciar algo que antes estaba sobre nuestras narices y no lo podíamos ver con tanta perspectiva, con tanta claridad. Ahí lo de utilizar las fotos analógicas en nuestra estética, fotos que acompañan nuestro Spotify y nuestro Instagram, fotos que toma Luisa.”
Al mudarnos a otro escenario todos encontramos a una Luisa que se presenta como casa y va tejiendo hilos en esa nueva realidad. En ella encontramos lo que fuimos, nos da pistas respecto a lo que queremos ser y nos enseña el lugar al que hemos llegado. Para ellos,
D: “Luisa fue el lugar de encuentro en ese caos que a veces resulta al cambiar de país, vincularse con gente nueva y atravesar las millones de cosas que pasan teniendo a tu familia lejos. La Luisa, es un todo, es un grupo de amigos, una contención, es música y un espacio físico en donde nos encontramos… de hecho estas primeras canciones salieron en su casa. Abajo de donde ella vivía había una galería de arte, pudimos grabar ahí y componer un registro visual. Hay como esa sensación de pertenencia, de hogar, de sostén. En ese compartir se aflojan las cosas, es como que recaes en un otro, las emociones que se sienten tan intensas terminan perdiendo peso porque las estás compartiendo y no te sientes tan solo en esa incertidumbre.”
Luisa y El Mar se conocieron como esas historias que todos podemos tener en nuestro baúl de recuerdos sobre cómo creamos vínculos. Delfina y Mauro se conocieron en Buenos Aires por culpa de la admiración y la “buena onda”. Un audio que llegaba al móvil de Delfina para pedirle que añadiera una segunda voz a una melodía de Mauro fue el dotante para que años más tarde se sentaran a componer. Un show en Barcelona en el que Olga estaba al piano y Delfina al público fue el momento indicado para que hubiese una conversación post concierto en el que las dos crearan esa conexión fuerte y vibrante que surge con pocas personas en la vida.
Y de ahí que los tres pudiesen mezclar similitudes en sus experiencias, sensaciones y personalidades para crear esta música. Un producto materializado desde la amistad que definen como un vínculo no menos importante que los demás y que requiere la misma intención, dedicación de tiempo y energía como cualquier otro. “Algo super clave en la vida”, dice Ola y que completa Delfina como “un espacio, un lugar al que voy y en el que puedo crecer, sentirme cómoda. Muchas veces en soledad nos enrollamos en cosas de más y la amistad es un espacio de aceptación muy gratificante.”
Componer en grupo y para un proyecto implica un nivel de compromiso diferente, es necesario abrirse, poner las emociones sobre la mesa y dejar espacio para que todos conecten, participen y desarrollen en conjunto. Por eso es necesario que haya un elemento externo que pueda cuidar esta energía para que salga de manera orgánica lo que ha surgido. En su caso, este elemento fue Amaia Miranda, la productora de Nos Vemos Esta Tarde.
M: “Yo la vi en el Open Folk de Barcelona y me pareció increíble. Luego escuché su disco y me encantó lo que hacía. En el momento que estábamos buscando productores les mostré su disco a las chicas, uno muy delicado y minimal. Los tres sentimos ese intimismo en sus canciones que no pedían una súper producción, eran un preservar algo que ya estaba ahí y en eso Amaia ganó versus otras opciones que estábamos escuchando.”
D: “Hoy en día es muy común que el productor tome el rol de agregar o filtrar cosas. La música más popular del indie está fuertemente editada y justamente queríamos encontrar a una persona que nos ayudase a ir por el camino paralelo de mantener algo bien acústico, incluso desde la mezcla. Queríamos dar la sensación de que todo estaba grabado en vivo.”
Esa sensación está lograda, porque si algo los define es que el sonido y la vibra están cuidados. Al escucharlos en vivo esto se magnifica y al preguntarles una palabra con la que pudiesen definir la experiencia del en vivo respondieron que Buenos Aires era punto de partida, Barcelona un fenómeno increíble y Madrid un apostar.
Al preguntarles a modo individual una palabra que les represente y un género que les mueva en este momento vital; Delfina escoge verde, aunque aclara que ha transicionado y antes era azul, unos colores que combinan con soul. Mauro, convencido, elige dualidad y folk, por ser el género que más le interpela generalmente. Ola se sabe agua e improvisación, porque en ella conecta y se encuentra en géneros diferentes. Para mi los tres son memoria y el indie se les quedaría pequeño.
