Cinco improvisaciones geniales que convirtieron a Marlon Brando, intérprete de Actors Studio, en el padrino del realismo cinematográfico.
Marlon Brando, junto a otras figuras destacadas del cine como Marilyn Monroe o Paul Newman, fue de los primeros actores en pasar por la escuela neoyorquina Actors Studio. El método de formación actoral que allí se impartía, de la mano de Lee Strasberg, consistía en adoptar recursos teatrales interpretativos a partir de la obra de Konstantin Stanislavski. En este método, la principal premisa para alcanzar la construcción y verdad de un personaje consistía en conectar con los traumas, dolores, dificultades y elementos en particular que dotan de vida al ser ficcional.
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Es por ello que estos actores, a través de pequeños gestos o miradas, eran capaces de revelar información implícita en sus personajes, a menudo elaborados en base a muchas capas de introspección y estudio.
Marlon Brando, cuyas actuaciones también fueron estelares en películas como «Un tranvía llamado deseo» o «Apocalypse Now«, aplicó su habilidad para la transformación física y vocal, así como su profundo entendimiento psicológico de su personajes, para dar vida a Don Vito Corleone, en «El Padrino«, un drama criminal con elementos del cine noir que narra la historia de la familia Corleone y su ascenso al poder en el mundo del crimen organizado.
Aquí os dejamos cinco improvisaciones magistrales con las que el actor inyectó de vida al personaje, elevando la película a un nivel de realismo sin precedentes.
El acento neoyorquino perfecto: Inspirado por su papel en «On The Waterfront» en 1954, Brando perfeccionó un acento neoyorquino auténtico para Don Vito, añadiendo una capa de autenticidad a su personaje. Curiosamente, Brando había nacido en Omaha, Nebraska, pero su capacidad para adoptar diferentes acentos lo convirtió en uno de los actores más versátiles de su generación.
La voz ronca de Frank Costello: Marlon Brando dotó a Don Vito de una voz ronca y rasposa, inspirada en el gánster Frank Costello, que se convirtió en uno de los rasgos más distintivos del personaje. Costello fue una figura influyente en el inframundo de Nueva York en la década de 1940, y su estilo de hablar dejó una marca duradera en Brando y en su personaje.
El envejecimiento físico: Con ingenio y habilidad, Brando logró transformar su apariencia física, utilizando algodón en la parte lateral del mentón para dar más volumen a sus mejillas, así como la aplicación de látex líquido alrededor de los ojos y fosas nasales para hacer que un actor de 47 años pareciera un hombre de 62. Esta técnica, conocida como «maquillaje prostético», se utilizó de manera innovadora en «El Padrino» para envejecer a los personajes principales.
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Problemas de audición: Para añadir profundidad al personaje en su vejez, Brando se ponía tapones en los oídos durante las escenas, obligándose a esforzarse por oír y transmitiendo la sensación de un hombre mayor con problemas de audición. Esta elección de Brando revela su compromiso con la autenticidad y su dedicación para capturar cada aspecto del personaje de manera precisa.
La escena de la naranja: Una de las escenas más emblemáticas de la película, donde Brando improvisó pelar una naranja y usar la cáscara como colmillos, logrando una reacción genuina de miedo del niño actor que interpretaba a su nieto. Esta improvisación capturó a la perfección la dualidad del personaje, mostrando su lado paternal junto a su aura de intimidación. Esta escena se ha convertido en un ícono del cine y ha sido analizada y elogiada por críticos y cinéfilos por igual.
Tanto la película como el trabajo que Marlon llevó a cabo para retratar a su icónico personaje, marcaron un hito en el séptimo arte, siendo “El padrino” catapultada a 11 nominaciones en los Oscar, entre ellas a la categoría de Mejor actor principal para el neoyorkino.