Con el avance de la tecnología, así como de las plataformas de videojuegos, han surgido nuevos canales de distribución de esta industria. Las tiendas y soportes de reproducción físicos han dado paso a herramientas online que se encargan de la distribución de los videojuegos y se ha creado toda una sociedad de consumo en torno a los creadores de contenido online.
Este es el ejemplo del distribuidor digital Steam, plataforma digital que permite a los usuarios descargarse los juegos sin necesidad de disponer de un CD para reproducirlos. Esta no es la única opción digital que podemos encontrar en el mercado, también existen otras herramientas con las mismas funciones. Algunas de ellas son: Epic Games Store, PlayStation Now, Origin, Uplay, Discord o incluso la propia Windows Store.
Su función básica es bastante similar a las clásicas App Store y Google Play. Sin embargo, estas nuevas herramientas tienen mayores funcionalidades. El acceso a los videojuegos por internet, ya sea a través de plataformas que permiten jugar a videojuegos sin necesidad de consola, o mediante una consola con acceso a la red, tiene como ventaja la posibilidad de hacer copias de seguridad, poder jugar desde cualquier dispositivo compatible a través de la cuenta de usuario, recuperar datos borrados, etc.
Este tipo de herramientas también les es útil a los desarrolladores, ya que les permite dar a conocer sus creaciones sin necesidad de esperar a que una distribuidora se interese por su producto. En Steam, por ejemplo, los desarrolladores pagan una cantidad fija por subir su videojuego a la plataforma, y por cada descarga, Steam se lleva un porcentaje.
Toda esta innovación, a nivel de consumo, ha traído consigo nuevos formatos ligados a la evolución de la era digital, y con ellos nuevas formas de ganar dinero. Estos son los famosos streamers o gamers.
El primer gameplay de un usuario tiene más de 18 años, es del videojuego Grand Theft Auto (GTA) y aún se encuentra en Youtube. Anteriormente (todavía existen y son bastante populares) las propias compañías distribuidoras de videojuegos hacían un gameplay comercial donde se destacaban las funcionalidades del juego o parte de la historia en la que está ambientada. Una especie de trailer editado para atraer la atención del consumidor.
Con la llegada de los Youtubers, la plataforma de Google empezó a ganar dinero gracias al diverso contenido de estos creadores. Guionizaban vídeos de humor, hablaban de misterio y también jugaban a videojuegos entre otras muchas opciones de creación audiovisual. Recientemente, las restrictivas políticas de la plataforma han hecho que estos creadores salten a otras como Twitch, donde interactúan con su audiencia mientras hablan de diversos temas, en el caso de los gamers (creadores de contenido centrado en videojuegos), también juegan a videojuegos o comentan el estreno de uno nuevo.
Al igual que Twitch, otras plataformas en las que los creadores han comenzado a subir su contenido han sido TikTok o Patreon, aunque la primera es una app en la que son más populares otro tipo de contenidos y la segunda es una plataforma de pago donde el creador sube su producto (que pueden ser vídeos, ilustraciones o contenido de cualquier tipo) para una serie de suscriptores de pago. Ante esta diversidad, estos creadores han pasado de Youtubers a Streamers (productores de contenido digital en internet) y ahora cuentan con muchas más vías de promoción.
Muchos de ellos están asociados con grandes marcas. Un buen ejemplo son los denominados simmers, gamers que se centran en la saga de videojuegos de Los Sims. Electronic Arts y Origin (desarrolladora y distribuidora del videojuego) suelen regalarles productos para que hagan reviews y los promocionen antes incluso de su salida al mercado.
Existe también otro modelo de videojuegos online denominados otomes (novelas gráficas donde tus respuestas influyen y cambian el flujo de la historia) a los que se puede jugar de forma gratuita pero, en caso de querer avanzar más rápido la historia, se puede pagar para conseguir tickets, joyas, puntos de acción o cualquiera que sea el elemento que gastas en los diálogos con los personajes y que es lo que desbloquea la trama. Los gamers y streamers también han hecho eco de estos videojuegos y, al igual que en los anteriores ejemplos, han hecho asociaciones con las distribuidoras, aunque algunas se han dado de bruces con un dilema, ya que comenzaron a ser más populares los vídeos de los creadores de contenido que el propio videojuego y bajó la cantidad de usuarios que gastaban dinero para conocer más sobre la historia. Como podían saberlo a través de los vídeos su streamer favorito, no tenían la necesidad de jugar, o al menos no la necesaria como para querer gastar dinero.
Este fue el caso de Beemoov con el videojuego Corazón de Melón. Al notar más pérdidas que ganancias, la empresa desarrolladora decidió modificar sus políticas de forma que se prohibía subir contenido sobre la trama de sus videojuegos concretamente a YouTube debido al Copyright. El escándalo fue lo suficientemente grande como para que estos creadores que los habían apoyado, hicieran crítica al respecto y muchos borrasen todos los vídeos que tenían sobre el videojuego en cuestión.
En definitiva, lo que comenzó como unos cuantos vídeos de jugadores se ha convertido en una nueva profesión, donde estos streamers y gamers se abren camino en una industria muy cambiante y sujeta a los cambios e innovaciones del sector audiovisual.
